Lucha por el santuario: La educación no tiene fronteras

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19 Julio 2025 138 visitas

BROOKLYN, 10 de julio—La Gestapo del racista matón, Donald Trump, ha detenido a más de 57.000 miembros de nuestra clase, incluyendo a Dylan Josué López Contreras, quien fue el primer estudiante de secundaria de Nueva York secuestrado durante un registro judicial rutinario. En respuesta, trabajadores y estudiantes de una escuela local retomaron sus esfuerzos antirracistas para defender a los jóvenes indocumentados. Iniciada por un profesor del Partido Laboral Progresista (PLP) y convertida en realidad gracias a la unidad de profesores y estudiantes, estamos transformando el miedo en lucha. Construir una cultura de resistencia ante el creciente fascismo requiere persistencia e imaginación, y apoyarse en los principios comunistas de solidaridad y antirracismo allana el camino hacia adelante.

Construir arte y solidaridad

La semana del Primero de Mayo (Día Internacional de los Trabajadores), un profesor comunista organizó una construcción artística (un proyecto artístico colectivo en apoyo a una causa) en un parque cerca de la escuela. La idea era crear una gran exhibición antirracista que pudiera usarse dentro y fuera de la escuela. Juntos, decidimos el texto y el diseño. La pancarta decía: “La educación no tiene fronteras”. Se pintaron algunas letras.

Al enterarse de Dylan tres semanas después, los estudiantes de PL transformaron la parte trasera de su aula en un espacio de lucha. Durante todo junio, la pancarta estuvo desplegada, junto con información sobre Dylan, como una forma de escribirle una carta. Estudiantes de todos los grados la visitaron durante el almuerzo para pintar, escribir, charlar y aprender. El plan es exhibir la pancarta en un lugar visible el próximo año escolar.

Combate el miedo con contraataque 

Ante el racismo virulento, los estudiantes necesitan presenciar y unirse a un antirracismo acérrimo. Una ola de lucha comenzó tras la inauguración fascista cuando un profesor comunista y su compañero de trabajo distribuyeron por la escuela invitaciones a reuniones que decían: “Ante las deportaciones, ¿qué significa proteger a los estudiantes?”. Asistieron veinte trabajadores —multirraciales, principalmente mujeres, con y sin titularidad—. El miembro del PL comenzó con una charla sobre el auge del fascismo. Concluyeron con extractos de un editorial del DESAFÍO titulado: “Aplastar las deportaciones y las fronteras racistas”.

También tuvieron una conversación sincera sobre el miedo. Un profesor añadió: «Estamos condicionados a quedarnos paralizados o a obedecer» y lo difícil que es pensar qué hacer en el momento. El miedo, una respuesta natural al terrorismo de Estado, florece en el aislamiento. Aunque podemos sentirnos solos, nunca estamos solos; todos los miembros de nuestra clase compartimos el mismo enemigo y el mismo interés.

Construyendo el antirracismo día a día

Con el paso de los meses, este Comité de Santuario se expandió hasta convertirse en una iniciativa para todo el campus. Aunque la cantidad de personas disminuyó, se formó un grupo central. Estas son algunas de las acciones que realizaron:

Lecciones de la lucha

Para proteger a los estudiantes, el Comité Santuario comprendió que necesitaba organizarse al margen de los canales de los jefes y una red de confianza en todo el campus. La mayor deficiencia en esta lucha reside en la organización familiar y el fortalecimiento de vínculos. La lucha se desaceleró una vez que el miedo a las redadas de ICE se trasladó de las escuelas a los barrios.

Pero varios profesores y estudiantes (antiguos y actuales) se convirtieron en lectores de DESAFÍO; algunos se (re)conectaron a través de grupos de estudio del Partido; algunos asistieron a eventos del PLP en toda la ciudad —incluyendo una reciente celebración de la lucha (ver el próximo número)—; y muchos más se enfrentaron a la ilusión de en quién podemos confiar para nuestra seguridad. El camino al comunismo es largo, pero juntos, ¡perseveraremos!J


Los liberales lo construyeron, Trump lo expandió

El poder de la moderna patrulla de esclavos de Trump fue construido por sus predecesores liberales. Actualmente, hay un promedio de 14.700 deportaciones al mes, pero esa cifra palidece en comparación con las 36.000 de 2013, el año con más deportaciones durante la administración Obama (CBS, 10/7).

Ambas facciones de la clase dominante estadounidense —los grandes fascistas y los pequeños fascistas— utilizan el racismo antiinmigrante para dividir a los trabajadores. Los patrones necesitan chivos expiatorios cuando su sistema está en crisis (véase el editorial).