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Editorial . . . Genocidio en Gaza: Nación no, sólo liberación comunista

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19 Octubre 2023 230 visitas

Un caos total, destrucción y brutalidad siguieron a la incursión de Hamás en Israel el 7 de octubre, que asesinó a 1.300 personas e hirió a 3.000. La implacable respuesta del gobierno de unidad de Israel, encabezado por los carniceros del Primer Ministro Netanyahu y su homólogo liberal Benny Gantz (Reuters 10/12) ha asesinado hasta la fecha a más de 4.000 personas, entre ellas más de 1.000 niños, ha herido a más de 10.000 y ha arrasado hospitales, escuelas y hogares en Gaza. (ONU 10/17) La guerra refleja y presagia el colapso del imperialismo estadounidense y la cruel trampa mortal que la rivalidad imperialista y el nacionalismo encierran para los trabajadores del mundo. Este genocidio capitalista crecerá a proporciones aún mayores en los próximos días, a medida que se cuenten los cuerpos de cientos de asesinados en el Hospital al-Ahli en la ciudad de Gaza y los bombardeos continúen y probablemente comience la invasión terrestre.

Genocidio capitalista
Las muertes de civiles en Gaza no son daños colaterales, son el resultado inevitable del bombardeo indiscriminado de trabajadores atrapados en una ciudad densamente poblada llevado a cabo por el ejército israelí. (Al Jazeera 18/10) El criminal ministro de defensa de Israel, Yoav Gallant, ordenó el asedio completo de Gaza, refiriéndose a los trabajadores allí como “animales humanos” y prometiendo: “No habrá luz, ni comida, ni combustible, todo está cerrado” (Times of Israel 9/10/2023).

Las camarillas fascistas que gobiernan Gaza e Israel son asesinos terroristas de Estado que sacrifican las vidas de los trabajadores para forjar sus posiciones y ganancias en un orden mundial volátil y cambiante. Los trabajadores y soldados de ambos lados -y de todas partes- deben acabar con las divisiones nacionalistas, religiosas y étnicas, para luchar juntos para aplastar un sistema capitalista que les falla completamente a los trabajadores del mundo.

Esta guerra en Gaza también crea una mayor inestabilidad y el riesgo de una escalada que, junto con otros conflictos como el de Ucrania, allana el camino para el estallido de una Tercera Guerra Mundial. El capitalismo sólo ofrece guerra y muerte a los trabajadores. La clase trabajadora debe destruirlo con la revolución comunista.

Del jefe a la pelea de perros
Esta guerra actual entre Israel y Hamas es la continuación de la lucha por el dominio de Medio Oriente y su petróleo mientras la hegemonía del imperio estadounidense continúa declinando.
La misma clase dominante estadounidense que se negó a bombardear las líneas de transporte hacia los campos de concentración nazis y rechazó a los sobrevivientes judíos de los nazis, apoyó la creación de un “Estado judío” y el desplazamiento de millones de trabajadores de Palestina a cambio de un aliado de la Guerra Fría contra influencia soviética en Medio Oriente y apoyo en la lucha por controlar la producción y flujo del petróleo de la región. Este soborno nacionalista, vendido a los trabajadores como una solución a siglos de racismo antijudío, está provocando la matanza masiva de trabajadores en Gaza y ahora en Israel. El nacionalismo y las alianzas con los patrones en cualquier lugar son mortales para los trabajadores.

A lo largo de décadas, los patrones en Israel, a cambio de enormes sumas de dinero y armas de Estados Unidos, han brindado un apoyo crucial a los intereses estadounidenses. Los patrones israelíes ayudaron a asegurar el Canal de Suez en los años 70. Canalizaron armas a los Contras nicaragüenses en los años 80 (NY Times 21/7/83) y proporcionaron apoyo geopolítico y de inteligencia crucial para el control del petróleo de Medio Oriente por parte de los patrones estadounidenses. Mientras tanto, los patrones estadounidenses apoyan las leyes de apartheid de los patrones israelíes y ayudan a negociar tratados de “paz” con países vecinos que continuamente condenaban a los trabajadores en Cisjordania a vivir bajo un estado contiguo de ataque de los nacionalistas israelíes y las FDI, y de los trabajadores en Gaza, vivir en lo que en gran medida se reconoce como una prisión al aire libre.

Pero, recientemente, la asociación y el dominio entre Estados Unidos e Israel han comenzado a desmoronarse. Netanyahu se negó a apoyar las sanciones contra Rusia después de que Rusia invadiera Ucrania. A principios de este año, China negoció el restablecimiento de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán que socavaron décadas de estrategia de los patrones estadounidenses de enfrentarlos entre sí. (CNBC 3/15)

Debilidad de Estados Unidos
Esta semana, Estados Unidos ha movilizado dos portaaviones a la zona, anticipando una mayor escalada del conflicto y esperando disuadir a sus rivales imperialistas globales, como China y Rusia, así como a nacionalistas locales como Irán, de brindar apoyo a Hamás.

Mientras el mundo es testigo del genocidio en Gaza, Biden sólo puede reaccionar dando su apoyo incondicional al carnicero Netanyahu, a quien la mitad de la población de Israel rechaza pero que, asesinando a trabajadores en Gaza, intentará ganarse el apoyo de una sociedad israelí dividida.

El declive del imperialismo estadounidense en todo el mundo está creando una situación cada vez más volátil. Estados Unidos está siendo desafiado por rivales grandes y pequeños. Los cada vez más desesperados patrones estadounidenses no se rendirán sin luchar. Su creciente desesperación está echando más leña al fuego.

Israel creó Hamás
Hamás controla Gaza desde 2007. Fue fundada como organización nacionalista en 1988, al inicio del primer levantamiento contra la ocupación israelí. Pero sus raíces se remontan a finales de los años 1960 y 1970, cuando los patrones israelíes buscaban una alternativa a la organización Fatah de Yassir Arafat. Cuando el jeque Ahmed Yassin, partidario de los Hermanos Musulmanes, formó el grupo islamista Mujama al-Islamiya en 1979, Israel lo reconoció como una organización oficial. Según Ishaan Tharoor, “el Mujama de Yassin se convertiría en Hamas, que, se puede argumentar, era el talibán de Israel: un grupo islamista cuyos antecedentes habían sido establecidos por Occidente en una batalla contra un enemigo [respaldado por Rusia]” (Washington Post 7 /30/2014). Israel alentó la rivalidad entre Fatah y Hamás incluso mirando hacia otro lado mientras Hamás acumulaba armas.

Hamás no representa la resistencia de los trabajadores de Gaza contra la opresión del Estado israelí más de lo que lo hizo Fatah. Hamas, con el apoyo tácito del gobierno israelí, siempre ha estado principalmente interesado en arrebatar el control de Gaza a Fatah y asegurar su propio control del territorio (WSJ 24/01/2009). Durante años Hamás ha estado cosechando cientos de millones de dólares en impuestos sobre alimentos (The Guardian 2010) y ropa (The New Arab 20/7/22) de los trabajadores hambrientos de Gaza para llenar los bolsillos de sus dirigentes y mantener su red de partidarios.

Mientras que la clase trabajadora de ambos lados de la guerra de Gaza está atrapada en la ambición del grupo nacionalista Hamás y de la clase dominante asesina de Israel, para los trabajadores de todo el mundo no hay una buena opción bajo este sistema mortal.

La única salida es la revolución comunista
Para los trabajadores sólo hay una salida: demoler el capitalismo y su retórica de naciones, religiones, razas y fronteras, y construir el estado comunista que nos garantice salud y vivienda, juntos como una única clase trabajadora internacional.

El capitalismo crea diferencias religiosas y raciales para socavar el potencial revolucionario de la unidad global de la clase trabajadora. Miles de trabajadores dentro y fuera de estos países se verán arrastrados a apoyar a uno de los bandos nacionalistas fascistas liderados por Israel o Hamás, ambos opresores y enemigos de la clase trabajadora. Ambos deben ser barridos mediante una revolución comunista.
De las ruinas de Gaza y de todos los lugares devastados por la guerra capitalista, debe renacer la conciencia revolucionaria de la clase trabajadora internacional. Que los imperialistas comiencen sus guerras, los trabajadores las terminarán con la revolución comunista.