Después de 54 años de terror estatal y una guerra civil de 12 años, el régimen del maleante al-Assad de Siria, colapso después de solo 11 días de sitio. Mientras las fuerzas de oposición lideradas por el islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y apoyado por Turquía, tomaban la ciudad capital; Damascos, la situación en el Medio Oriente se convirtió en algo aún más precario. Después, Israel destruye la infraestructura militar desde el aire y presuntamente mueve sus fuerzas terrestres a 15 millas de Damascos (cnn.com, 11/12), EE.UU. apresuro tropas adicionales al país (Newsweek, 11/12). Con decenas de miles de trabajadores atrapados en medio de dos grupos capitalistas y su brutal arremetida por más ganancias, y la posibilidad de que esta ultima convulsión pueda desencadenar una guerra regional – hasta quizás una guerra mundial – es un verdadero peligro.
Siria, asentado entre Irán e Israel, por décadas, ha sido una crítica encrucijada en la región, con las más ricas reservas de petróleo y gas en el mundo, ha sido central en la constante lucha entre los grandes poderes imperialistas. Después de un cuarto de siglo de colonización francesa y una serie de golpes, el régimen de dos generaciones de Assad, toma el poder en 1970. Pronto se alió con la Unión Soviética – la cual ya había retrocedido al capitalismo – y se posiciono contraria al poder estadounidense en la región. Hafez al-Assad (padre) y Bashar al-Assad (hijo) reprimieron brutalmente cualquier oposición, bombardeando y asfixiando con gas a trabajadores y sus hijos. En 2012, una guerra civil a gran escala ocurrió, una multitud de facciones anti-Assad, apoyadas por EE.UU., Turquía, y Al Qaeda, donde se origino HTS. Rusia e Irán ayudaron a Assad y pudieron mantener el odiado régimen a flote.
Pero en los últimos años, todo ha cambiado. Después de una cadena de incursiones militares fallidas, desde Vietnam a Afganistán e Iraq, y con el surgimiento de la clase dominante china, EE.UU. ha decaído como poder mundial. Rusia está enfocada en su guerra en Ucrania, mientras que Irán ha sido debilitada por las sanciones estadounidenses, su continua guerra con Israel y la catastrófica reducción de Hezbolá, la milicia aliada a Irán que se encuentra en Líbano. Viendo el vacío de poder en Siria, HTS decide derrocar a Assad – con la ayuda de Turquía, la cual desea deshacerse de tres millones de refugiados sirios (AP, 9/12), debilitar la oposición kurda apoyada por EE.UU. en la frontera turca, y convertirse en un jugador más grande en el Medio Oriente.
El viejo orden mundial liberal dominado por EE.UU. está muriendo. Una reconfiguración fundamental se ha puesto en marcha. Conforme la competencia de los patrones imperialistas se intensifica, la guerra es inevitable. La historia nos muestra que es la única forma para resolver sus desacuerdos; es la naturaleza del sistema de ganancias. Pero los trabajadores no tienen vela en este entierro, ni alianza en este brutal pleito entre capitalistas. Los patrones están listos y dispuestos a sacrificar las vidas de millones de trabajadores para mantener su poder. ¡Nosotros tenemos que voltear las armas! Solo una revolución masiva de la clase trabajadora y una sociedad comunista puede acabar con este círculo letal.
Estos rebeldes no son revolucionarios
Dependiendo de su agenda, la prensa patronal ha llamado a estos grupos que derrocaron a Assad; “rebeldes” o “terroristas”. En realidad, son pequeños capitalistas que han construido una base masiva a través de proveer un poco de seguridad con una banda de fundamentalistas religiosos – y, más significativo, aplastando cualquier oposición (BBC, 10/12). ¡Debemos recordar que no todos los rebeldes son revolucionarios!
La oposición anti-Assad ha controlado un tercio de Siria por lo menos los últimos diez años. Como Hamas en Gaza y Hezbolá en Líbano, ellos han oprimido y explotado a los trabajadores de esas áreas para su propio lucro. El Partido Laboral Progresista hace un llamado a la clase trabajadora internacional para que no se dejen engañar por estos malandrines, quienes – junto con el régimen de Assad – son responsables de la masacre de más de medio millón de gente en un país de 23 millones (aljazeera.com, 2/12/23).
La estrepitosa caída de Assad en Siria sorprendió a los imperialistas. Parece que nadie anticipaba lo fácil que el ejército sirio se doblegaría y Assad caería. Ahora todos los patrones, pequeños y grandes, están como gallinas sin cabeza tratando de agarrar lo que puedan y proteger sus intereses. En los dos días después del colapso del régimen, Israel lanzo 250 ataques aéreos en Siria para aterrorizar a la población y destruir lo que quedara del ejército sirio antes que HTS lo pudiera usar. Ambos ejércitos, turco e israelí, han entrado en Siria y extendido su control directo sobre partes del país (Guardian, 10/12). Aunque por el momento, Irán se ha retirado, Rusia ha declarado que mantendrá sus bases navales y aéreas en Siria y las defenderá contra cualquier ataque (New York Times, 10/12)
Nuevamente, Siria es el lugar donde los poderes capitalistas se convergen para su pleito por el control. No parece ser que los últimos acontecimientos marquen el fin de la guerra ahí, y es más probable que sea un precursor de una batalla mas grande. Como el mundo vio que la caída del Talibán en Afganistán en 2001 y la caída de Saddam Hussein en Irak en 2003, lo que parece estar ocurriendo a primera vista no es lo que será al final. Aunque no podemos predecir como o cuando o en donde los pleitos patronales escalaran a un conflicto global, tenemos la certeza que: Una clase trabajadora internacional unida con liderato comunista no podrá ser derrotada.
La división entre patrones estadounidense agrega al caos
El desorden dentro de la clase dominante estadounidense aumenta el nivel del caos a la crisis en Siria. Una gran diferencia entre el presidente electo Donald Trump y los grandes capitalistas financieros representados por el partido demócrata, es sobre el papel del ejercito estadounidense. Tratando de bajar su carga de impuestos, los patrones domésticos que apoyan a Trump, por mucho tiempo, han tratado que otros países envíen fuerzas terrestres costosas al Medio Oriente, mientras que EE.UU. usa la amenaza de bombas y armas nucleares para proteger sus intereses. En contraste, los capitalistas financieros – las compañías petroleras multinacionales y los bancos que las financian – reconocen que el imperialismo estadounidense depende del control militar sobre el flujo del petróleo y gas a sus competidores.
Trump lanzo una ola de shock al ala principal, al declarar que EE.UU. no tiene ningún interés en involucrarse en Siria y dejara que las facciones se peleen entre si (NYT,8/12). Parce olvidar que 900 soldados estadounidenses están estacionados en el país para proteger los posos petroleros bajo control Kurdo.
Una oportunidad comunista
Vivimos en un periodo de inminente guerra mundial y creciente fascismo, por lo cual los capitalistas tendrán que forzar a la clase trabajadora al campo de batalla. También vivimos en un periodo de tremenda oportunidad para nuestra clase. Históricamente, los trabajadores han convertido la guerra mundial en guerra de clases. Nosotros podemos construir un mundo mejor si la clase trabajadora se toma el futuro organizando por una revolución comunista.
Ninguna de las facciones en Siria sirve a los intereses de la clase trabajadora. Todos representan poderes regionales imperialistas en competencia. Los trabajadores en Siria y mas allá merecen un mundo donde todos somos dueños, compartimos, y dirigimos la sociedad; un mundo comunista. Un mundo sin fronteras y sin inmigrantes huyendo del terror patronal. En pocas palabras, los trabajadores merecemos el comunismo. Hacemos un llamado a todos los trabajadores a que se escojan entre sí para mantenernos a salvo en estos tiempos peligrosos – a escoger un futuro comunista.