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Editorial - 100 días de Trump: crisis acelerada y fascismo

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09 Mayo 2025 13 visitas

En los primeros cien días del regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense se han duplicado los ataques racistas, desde el terrorismo de estado anti-inmigrante a la masacre étnica en Gaza. La realidad brutal del gobierno capitalista en su camino hacia más fascismo se muestra tal cual es. Para la clase trabajadora internacional, este momento es una dramática escalada de la guerra de clases. 

Trump, al desenmascarar las contradicciones del sistema de ganancias, muestra a los trabajadores que jamás nos darán lo que necesitamos. La tarea del Partido Laboral Progresista es dirigir a estos trabajadores – y millones más – para aplastar el capitalismo con la revolución comunista. 

La cantidad de militantes que participaron en el Dia del Trabajo renovó nuestra confianza en un creciente PLP y un futuro brillante. 

Un sistema en crisis

Bajo el capitalismo, un puñado de multimillonarios gobiernan la miseria mundial – no porque sean más inteligentes, o lo merezcan, sino porque ellos tienen el poder estatal. Ellos controlan el ejército, la policía, y la prensa. Estos explotadores destruyen la vida humana y natural por ganancias.  No importa cual facción tenga el poder, ellos son manejados por la dura realidad de su sistema: crecer o morir, sin importarles el costo a los trabajadores del mundo.  Desde las fábricas explotadoras en Bangladesh a la esclavitud de las encarcelaciones masivas en EE.UU., el capitalismo utiliza la coerción y violencia todos los días. 

Fascismo es el capitalismo en crisis, sin su mascara de democracia liberal.  El desastre global de hoy es el producto de una economía de lento crecimiento, una especulación desenfrenada, y una deuda exorbitante, desde la tesorería nacional a las tarjetas de crédito y los prestamos universitarios. Los patrones, cuando se encuentran acorralados, ¡afilan sus cuchillos! Para intimidar a la empobrecida clase trabajadora y prepárala para pelear contra su competencia imperialista. Por eso se ven forzados a dejar su fachada de democracia. El “estado de derecho,” “debido proceso,” elecciones “libres y justas,” “libertades” constitucionales – todo deja de ser importante.  Esta tendencia fascista se puede ver en todo el mundo – no solo en Turquía, India o Israel, también en EE.UU. y sus socios menores en Europa.  

Un imperio podrido

Trump es la cruel criatura del podrido imperio estadounidense. Enfrentándose a una creciente China, que produce más de la tercera parte de los productos mundiales y tiene dominio completo sobre las industrias críticas, Trump responde con una guerra comercial. EE.UU. no recuperará su supremacía manufacturera con los aranceles, pero estos últimos podrían llevar a los trabajadores a una más profunda pobreza, inflando el costo de vida.  

El susto de los primeros cien días de Trump – y la pasividad demócrata que lo permite – refleja la desesperación patronal. El desfinanciamiento del bienestar social, el uso de soldados como policía fronteriza, permitir que se envenene nuestro aire y agua, la violencia y raptos anti inmigrantes – no es nuevo.  Los predecesores demócratas de Trump desde Clinton a Obama y Biden, ayudaron a preparar el camino de estos ataques brutales. Pero la abierta crueldad y racismo de Trump, aprobada por una significante minoría de trabajadores engañados, marca una transición hacia un fascismo más abierto – a menos que un movimiento masivo comunista lo frene de una vez por todas.

Los patrones no saben resolver los problemas de su sistema.  Forzados a enviar todo el dinero a su maquinaria de guerra, ya no tienen para las reformas necesarias para mejorar la vida de los trabajadores, aun temporalmente. En esta fase decadente del capitalismo, no pueden construir, solo destruir.  Trump presenta chivos expiatorios y bolas destructoras a su ala de la clase dominantes. Hoy los patrones están acabando con lo que queda de la red de seguridad social estadounidense y desapareciendo a inmigrantes “legales” a El Salvador. Tarde o temprano, se verán entrando en la destrucción masiva de la guerra mundial, un parche temporal a los que Carlos Marx llamo la crisis de sobreproducción – la inhabilidad, por parte de los trabajadores, de comprar suficiente de lo producido. Solo existe una solución permanente a las contradicciones del capitalismo.  Y esa es el comunismo, un mundo sin dinero, salarios, una sociedad construida alrededor de llenar las necesidades de los trabajadores.

No habrá fronteras en un mundo comunista 

En un mundo dirigido por y para la clase trabajadora, no existirán las fronteras, ni “ciudadanos o extranjeros” ni las guerras imperialistas. Desde el muro de separación en Palestina hasta las líneas militarizadas en la frontera EE.UU. – México, las fronteras diseñadas para proteger las ganancias capitalistas, dividir a los trabajadores, y super explotar a inmigrantes. En un mundo comunista, las divisiones nacionales que nos separan serán abolidas.  Los trabajadores estarán unidos en su lucha por la construcción de un mundo libre de racismo, sexismo y explotación. 

El nacionalismo es veneno para la clase trabajadora internacional, como lo vemos en las atrocidades sangrientas en Ucrania, Sudan, India y Paquistán. ¡El comunismo es el antídoto!

Construyamos el Partido, construyamos el futuro

La lucha de los trabajadores, la historia de la guerra de clases y la revolución. Es una de resiliencia heroica. Desde la aniquilación comunista de los nazis durante la segunda guerra mundial a los camaradas que fundaron el PLP retomando la bandera roja, nunca hemos dejado de luchar. Podemos ver nuestro futuro reflejado en las luchas contra el genocidio en Palestina, demandando acción, rechazando el nacionalismo y fascismo. Estas no son luchas aisladas. Son la chispa de un fuego global.  

Nuevamente, el fascismo no es meramente una opción de los capitalistas domésticos quienes apoyan a Trump, o de los capitalistas financieros detrás de los demócratas – es una necesidad.  Los trabajadores también tienen una opción: la revolución comunista. Debemos romper con las ilusiones del reformismo y desenmascarar a los liberales que nos traicionan.  Debemos rechazar todas las guerras, excepto la guerra de clases y escoger la vida y la liberación de la clase trabajadora. Pero lo más importante, tenemos que construir un partido internacional revolucionaria para acabar de una vez por todas con el capitalismo.  El futuro le pertenece a una clase trabajadora comunista- solo si luchamos por eso.  ¡Acabemos con los patrones! ¡Únete al PLP!