Information
Imprimir

Perú: Lucha Armada de Indígenas Golpea Robo de Imperialistas EEUU

Information
01 Julio 2009 143 visitas

LIMA, PERU, 8 de junioLa masiva protesta armada de miles de indígenas en contra de los decretos del Gobierno de repartir grandes extensiones de tierras comunales—cultivables y forestales—a corporaciones multinacionales extranjeras, para la perforación de petróleo y gas, la tala, la minería, el control de los recursos hídricos y la agricultura a gran escala, han sacudido este país. El robo se está llevando a cabo en virtud de los decretos gubernamentales vinculados directamente al pacto comercial Perú-EE.UU, “que traería el Perú al reglamento para la inversión en zonas selváticas en concordancia con el acuerdo comercial”, (New York Times, 12/6). Los decretos permitirían que estos capitalistas aprovecharan el 72% de la selva del país para la explotación de los recursos naturales, que amenaza la supervivencia de los pueblos indígenas.

Pero la Gente no se está Quedando de Brazos Cruzados Frente a este Robo Corporativo

Después de esporádicamente bloquear carreteras, vías navegables, oleoductos de propiedad estatal y aeropuertos desde el 9 de abril, el 5 de junio estallaron violentos enfrentamientos cuando las tropas gubernamentales abrieron fuego contra manifestantes desarmados, desde helicópteros artillados, tanques y desde edificios, asesinando a muchos mientras dormían al lado de una carretera. Posiblemente más de 250 manifestantes fueron asesinados, “desaparecidos”, quemados y / o arrojados a los ríos. Cientos más fueron heridos en la masacre. Los manifestantes dicen que hay un encubrimiento: “Al ocultar la verdad el Gobierno está tratando de limpiarse la sangre de sus manos”, declaró Andrés Huaynacari Etsam, un estudiante Awajun quien dice que cinco de sus familiares fueron asesinados y tres están desaparecidos, (NYT, 12/ 6).

Insurgentes Voltean las Armas

Después de esto, mil indígenas ajusticiaron 25 policías, y mantuvieron a 38 policías como rehenes. En una batalla los insurgentes lucharon cuerpo a cuerpo contra los policías quitándoles sus armas y usándolas en contra de ellos. Doscientos indígenas Mahiguenga ocuparon una estación de oleoducto en el sudeste del país, donde la rebelión se había extendido desde el norte. A pesar de que el Ejército retomó la estación, los indígenas dijeron que volverían a intentarlo.
Una huelga general del 11 de junio sacó a miles a las calles en la ciudad de Iquitos, la mayor ciudad peruana en el Amazonas, y se extendió a ciudades tan distantes como la capital y Arequipa en la costa del Pacifico.

La lucha militante “forzó al Congreso de Perú a suspender temporalmente los decretos”, dijo Wagner Musoline Acho de 24 años de edad, “El gobierno hizo... [una] despectiva representación de nosotros como las bandas de salvajes de la selva .... Ellos piensan que pueden engañarnos con una maniobra como la suspensión de un par de decretos por unas semanas y luego restablecerlos, están equivocados”, (NYT, 6/12); El Presidente Alan García ha declarado un “estado de emergencia” e impuso un toque de queda, pero eso sólo ha intensificado la rebelión la cual se ha extendido al estratégico Sur. García ha ordenado el arresto de uno de los dirigentes, Alberto Pizango bajo cargos de “sedición”  y ha suspendido la Constitución en cuatro provincias. Pero los manifestantes han acusado al gobierno por violar tanto la Constitución del país, así como el derecho internacional por no obtener el consentimiento de los pueblos indígenas antes de que sus tierras y sus recursos puedan ser regalados.

La Asociación de Desarrollo Inter-etnico de la selva Peruana, la cual ha organizado las protestas representa a más de 300,000 personas de decenas de grupos indígenas. Sus dirigentes han acusado al gobierno de genocidio por las matanzas de su pueblo. Daniel Marzano, un líder asháninca de la provincia de Atalaya, declaró: “Queremos un cese inmediato de cada proyecto que fue concebido sin consultarnos a los que vivimos en la selva”, (New York Times, 6 / 6). Ellos manifestaron que continuaran con las propuestas hasta que se cumpla con su demanda. Ellos han desbaratado un plan de la compañía Electrobras de Brasil para construir cinco centrales hidroeléctricas en las tierras de los pueblos indígenas a un costo de $10 mil millones.

Un estudio científico de la Universidad de Duke informó que, “Por lo menos 58 de las 64 zonas apropiadas por las empresas multinacionales para la exploración petrolera han agarrado parte de tierras indígenas”, (NYT). Los contratos de exploración de petróleo y gas cubren 72% de selva del Perú. Mientras el gobierno da miles de millones de dólares en recursos a estas corporaciones, y la tasa de crecimiento del país se encuentra entre las más altas de América Latina, el 40% de la población del país - la mitad de los cuales son indígenas - viven en la pobreza (NYT).
Mientras tanto, Ollanta Humala, un nacionalista y ex teniente coronel del ejército en el Perú, que fue derrotado en la última elección presidencial, ha apoyado a los insurgentes, para ganar simpatía y votos para la elección Presidencial 2011. El Presidente García, quien también ocupó el cargo en la década de 1980, es el mismo carnicero que reprimió una rebelión en la cárcel en 1980, y asesinó a más de 100 reclusos por “sospechosos de ser guerrilleros”, (NYT, 7 / 6).
La rebelión desenmascara el papel del Estado capitalista.

La Constitución no vale ni el papel en el que está impreso. Si pone en peligro la meta de las multi-nacionales de explotar a los trabajadores y de tomarse los ricos recursos del país, los gobernantes simplemente deciden abolirla. Y cuando las clases explotadas se rebelan para hacer valer sus derechos, ese mismo gobierno trata de aplastarlos con todo el peso de su aparato estatal, ejército, fuerza aérea y policía.
Los rebeldes no deben depender de las leyes patronales o la elección de un nacionalista ex oficial del ejército, como Humala para su protección. Se necesita un liderato revolucionario comunista  para luchar contra estos ataques y crear un movimiento a favor de una sociedad comunista atraves de la lucha armada para que la clase trabajadora sea dueña y distribuya la riqueza de los recursos que están siendo robados por los patrones peruanos y sus aliados capitalistas internacionales.