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Manual del FBI Apunta a Grupos Contra la Guerra, Sindicalistas

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06 Julio 2011 72 visitas

La reciente revelación de que el 70% de las armas incautadas por la policía y el ejército a los narcos en  Mexico provienen de Estados Unidos (Christian Science Monitor, 6 / 15) ha enfurecido a mucha gente de ambos lados de la frontera. Pero para aquellos que han seguido este problema sobre el  tráfico de drogas desde la década de 1980, las revelaciones de que funcionarios de EE.UU. alimentan el tráfico de drogas no resulta nada nuevo
La transferencia de armas de EE.UU. a México ha sido en gran parte orquestada por la ATF de EE.UU. como sucedió con la operación denominada “Rápido y Furioso”. Ahora que ex funcionarios de  la ATF han filtrado la historia a la prensa, el Departamento de Justicia y el Departamento de Estado se han movido rápidamente para negar su participación  culpando a funcionarios menores de la ATF. Aunque, es difícil creer que este tráfico de armas desde 1994 se hubieran realizado sin el consentimiento de la administración de Bush y de Obama.
De hecho, la clase dominante de EE.UU. tiene una larga historia de apoyar el tráfico de drogas en América Latina. En 1982 la CIA vinculó al Cartel de Medellín en Colombia con los escuadrones de la muerte anti-comunistas en El Salvador y Nicaragua, y construyó los ductos de cocaína entre Colombia y Estados Unidos. Aumentando en 38% los consumidores de cocaína en los Estados Unidos y desatando la epidemia del crack se financió secretamente las guerras anti-comunistas en América Central. Las drogas fluían hacia el norte desde Colombia a El Salvador y Nicaragua, y luego a través de México al suroeste de EE.UU. y sobre el Golfo a la Florida. De regreso y por la misma vía fluían, armas y dinero para los escuadrones de la muerte. (Ver “Dark Alliance” Gary Webb de la serie en el San José Mercury, 8/18-20/1996)
Incluso después de que estallara el escándalo donde la CIA había estado alimentando y construyendo el trafico de drogas, la CIA continuó sus operaciones con droga en Latinoamerica (Washington Post, 17.3.1998). Por lo tanto, si EEUU ha alimentado las guerras en Nicaragua, El Salvador, y Colombia, no es de extrañarse que también estén alimentando la guerra de las drogas en México.
La única pregunta que queda realmente es ¿Cuál es el interés de la  la clase dominante de EE.UU.? Los capitalistas de EE.UU. siempre han visto a México como su patio trasero, pero por mucho tiempo les molestó la Constitución Mexicana de 1917 que limitó la capacidad de las potencias extranjeras para explotar la mano de obra mexicana y sus recursos. En la década de 1980, después de décadas de presión estadounidense sobre el Estado Mexicano, la clase dominante de EE.UU. fue capaz de exacerbar (algunos dicen que crear) una serie de crisis económicas que comenzaron en 1982. El desmantelamiento de la Constitución de 1917 fue la condición impuesta por EE.UU. para otorgarle préstamos en los momentos de esas crisis. El siguiente golpe demoledor fue la puesta en marcha del TLCAN en 1994.
La guerra de las drogas tiene como fin desestabilizar aún más al estado mexicano, es la continuación de los intentos de la clase dominante de EE.UU. de subordinar a México al imperialismo de EE.UU. (La Jornada, 26/03/2009). Con el tráfico de armas desde EE.UU. fluyendo tanto a los cárteles de la droga como al ejército mexicano, y ampliado las facultades de la policía y el ejército, la violencia se disparó teniendo a la clase trabajadora en la mira. 34,612  personas han muerto en los últimos cuatro años en la guerra contra las drogas en México (AP, 1 / 12). La mayoría de los muertos provienen de la clase trabajadora empobrecida, a unos el desempleo los condujo a las garras de los carteles de la droga y al exterminio que algunos funcionarios han dado en llamarle proceso de “limpieza social”, muchos de los asesinados de ninguna manera estaban relacionados con el tráfico de drogas.
El hecho es que: la “guerra contra las drogas” no intenta acabar con el tráfico de drogas, sino de aterrorizar a la clase trabajadora, mantener las condiciones esclavistas de trabajo que imperan en la industria maquiladora que crea enorme riqueza a las compañías norteamericanas. La fachada de la guerra contra las drogas también oculta la fortuna que los capitalistas mexicanos como Carlos Slim, TELEVISA y TV-AZTECA han hecho robando a los trabajadores vendiendo bienes y servicios públicos. Con esta supuesta guerra justifican la militarización del país particularmente la frontera México / Estados Unidos y la escalada de racismo antiinmigrante que hace más ricos a los capitalistas norteamericanos. Detener el flujo de drogas es lo único que la guerra contra las drogas no ha hecho ni hará.