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Bangladesh: Trabajadoras de Textiles Luchan Contra Jefes

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20 Septiembre 2012 52 visitas

La presente rebelión obrera en Bangladesh nos da una razón poderosa por que la clase obrera necesita un partido internacional. Los trabajadores textiles - 80 por ciento de mujeres - están librando una lucha combativa contra las fuerzas gubernamentales, propietarios de fábricas locales y distribuidores internacionales de ropa.
El salario de estas trabajadoras es de $ 35 dólares al mes, trabajando de 12-16 horas diarias, seis días a la semana – para obtener apenas un dólar al día. Empresas europeas y estadounidenses, como Wal-Mart, H & M, Marks & Spencer, Carrefour, Tommy Hilfiger y American Eagle se han establecido en Bangladesh para pagar los salarios más bajos del mundo.
Incluso patrones de Pakistán que pagan salarios de 50 dólares al mes, están trasladando sus fábricas allí, porque “Los costos laborales en Bangladesh son más baratos y los trabajadores tienden a ser más productivos”, dijo el ministro de trabajo. Los costos de electricidad son más bajos y, a diferencia de Pakistán, se pierden menos días de trabajo por los cortes de electricidad, lo que aumentan sus ganancias en un 30%. Aunque globalmente China sigue siendo el exportador número uno de prendas de vestir (Bangla desh ahora es segundo), un programa reciente de la BBC informó que fabricantes chinos cada vez más se están moviendo a Bangladesh. Un patrón textil chino declaró que “sus” trabajadores, le costaban demasiado (500 dólares/mes) y que en Bangladesh obtenía mayores ganancias.
Guerra de Clases
Pero estos patrones y marcas globales, en busca siempre de mano de obra barata, están descubriendo también que los trabajadores allí no son pasivos ante ésta superexplotación, por lo que se han rebelado.
Trabajadores textiles en Bangladesh están exigiendo aumentos saláriales y mejores condiciones de trabajo, lo que ha desatado huelgas combativas y protestas callejeras. En julio, medio millón de trabajadores cerraron 350 fábricas en una zona industrial en Dhaka, la capital de Bangladesh. La chispa que inició el levantamiento, fue la tortura y asesinato de Aminul Islam, un sindicalista muy conocido, cuya actividad ha afectado a los empresarios y sus socios internacionales.
Karl-Johan Persson, Gerente de H & M, mayorista de ropa sueco dijo que - se necesita estabilizar la situación porque temen incluso convulsiones más violentas - instó a la primera ministra de Bangladesh Sheikh Hasina aumentar el salario mínimo. Él se ofreció a pagar más por la producción de su ropa, 25 por ciento de la cual procede de Bangladesh.
La ministra Hasina, claramente del lado de los 5000 patrones dueños de fábricas de ropa (y principales donantes políticos) ha resistido al aumento del salario mínimo y a resolver otras demandas laborales. El poderoso presidente de la Asociación de Fabricantes y exportadores de Ropa de Bangladesh, Shafiul Islam Mohiuddin, declaró que “ los dueños de las fábricas estaban siendo víctimas de alguna conspiración”, y que “no había ninguna lógica para aumentar los salarios de los trabajadores.” Dos tercios de los miembros del Parlamento pertenecen a tres asociaciones empresariales más grandes del país. Treinta dueños de fábrica poseen el 10% de los escaños parlamentarios. Están comprando periódicos y estaciones de televisión cuyas noticias a menudo hacen hincapié en los trastornos causados por las protestas, no en las pésimas condiciones laborales.
Gobernantes Perpetran Ataques Armados
El gobierno ha utilizado todo el poder del Estado en contra de la militancia de las trabajadoras, intimidándolas y reprimiendo sus protestas. Las líneas de batalla están claramente trazadas.
Oficiales de alto rango de las fuerzas armadas, la policía y las agencias de inteligencia, especialmente han creado organismos para vigilar y recoger información de inteligencia de las activistas. La policía anti-motines ha usado macanas, gases lacrimógenos, cañones de agua y balas de goma para dispersar a los manifestantes. El Batallón de Acción Rápida, una nueva fuerza paramilitar, realiza ataques conocidos como “fuego cruzado” para asesinar trabajadores mientras patrullan las fábricas. Aminul Islam antes de ser torturado y asesinado en abril, había sido amenazado por el Batallón de Acción Rápida.
El asesinato de Aminul “bajo investigación”, ha dado lugar a una campaña internacional que exige justicia en su caso y ha abierto un proceso en el cual trabajadores, gobierno y patrones textiles locales e internacionales pueden negociar salarios y condiciones de trabajo.
Incluso Hillary Clinton, de visita en Dhaka en mayo - la primera visita de un Secretario de Estado de EEUU en nueve años – pidió  “Salario justo” mostrando la preocupación de la administración Obama por las rebeliones laborales, dado que Bangladesh es un aliado importante de la política exterior de EEUU en el sur de Asia, como “pivote” de su plan Asia Pacífico. Durante la visita de Clinton se esperan ejercicios militares conjuntos e intercambios relacionados con el contraterrorismo y la seguridad.
Compañías estadounidenses, como la gigantes Chevron y ConocoPhillips, tienen grandes inversiones en Bangladesh. Chevron suministra la mitad del gas natural del país, mientras que ConocoPhillips ha firmado recientemente acuerdos para explorar yacimientos de gas y petróleo en la Bahía de Bengala.
“Salarios Justos” Imposible Bajo el Capitalismo
Dado que los bancos estadounidenses y británicos y los organismos internacionales de crédito mantienen los hilos de la economía, el gobierno de Bangladesh, bajo presión para estabilizar el país, bien puede ofrecer un “salario justo” para los trabajadores del sector textil.
¿Qué significa eso? ¿Qué estos patrones están listos a pagar lo suficiente para que las trabajadoras, muchas de las cuales son madres solteras, salgan de la pobreza extrema, trabajen 8 horas diarias, reciban pago por vacaciones, atención médica y educación para sus hijos?  Esperar que los patrones renuncien a sus ganancias y acepten este tipo de aumento es fantasía. Presentándolo como una solución, como los sindicalistas lo están haciendo, es un engaño para los trabajadores, esconde la verdadera naturaleza del capitalismo, donde la producción es exclusivamente para el beneficio de los patrones, no para el beneficio de los trabajadores, cuya explotación es la fuente de las ganancias patronales.
Cualquier pérdida capitalistas al pagar más a un grupo de trabajadores será cobrada a otros trabajadores. H & M va a pagar menos a sus trabajadores en Europa y EEUU, y aumentar el precio de sus mercancías – y seguirá moviendo su producción en busca de mano de obra barata como han hecho los patrones paquistaníes. Sesenta mil trabajadores en Pakistán han perdido sus empleos desde que mudaron parte de su producción a las fabricantes de textiles de Bangladesh y ni ellos ni el gobierno paquistaní compensaron a los trabajadores por la pérdida de empleos.
El PLP declara que para que los trabajadores sean libres en un lugar necesitan liberarse en todas partes. Significa luchar por una sociedad comunista, donde la producción será para satisfacer las necesidades de la clase obrera. Los trabajadores de Bangladesh necesitan convertir su lucha por un ilusorio “Salario justo” en una lucha por el comunismo, uniéndose al PLP para construir un solo partido internacional de la clase trabajadora: una clase, un partido, una lucha.