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PLPeistas Se Unen A Lucha Contra Apartheid Israelita Y Desalojos Racistas

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31 Enero 2013 52 visitas

Sur de Israel-Palestina, 12 de enero de 2013. Más de dos docenas de activistas de la clase trabajadora, tanto judíos como internacionales, vinieron a mostrar su solidaridad con tres de las llamadas “aldeas” no reconocidas en el Neguev. Dos PLPistas se unieron a esta importante visita para dar apoyo a la lucha contra la segregación, desalojos y demoliciones racistas en el sur.
Aproximadamente 150.000 beduinos viven en el Neguev, la gran mayoría en el área llamada “Siag”. Una pequeña reservación entre la ciudad de Beer Sheva, y las ciudades de Omer y Dimona. Antes de que el Estado de Israel fuera establecido en 1948, los beduinos vivían en todo el Neguev (que es el 60% de la tierra de Israel-Palestina) y tenían su propio sistema pre-capitalista de propiedad tribal de la tierra. La mayoría de los beduinos fueron expulsados del Neguev entre 1947 y 1959, y el resto se vio obligado a volver a asentarse en la zona Siag.
Hasta 1967, al igual que todos los árabes bajo dominio israelí, vivieron bajo la ley marcial y su movimiento estaba estrictamente limitado. En la década de los 1960s, el gobierno israelí decidió establecer la comunidad de los beduinos - antiguamente pastores y agricultores semi-nómadas - en pueblos densamente poblados. Una de las razones de éste cambio fue quitarle al campesinado beduino su tierra ancestral haciéndola propiedad estatal, en beneficio del movimiento sionista y sus ricos aliados occidentales, EEUU y Europa. Otra razón fue obligar a los beduinos a convertirse en asalariados al servicio de los patrones de Israel.
En la actualidad, la mitad de la población beduina en el Neguev entero vive en siete ciudades sin planificar, donde no hay puestos de trabajo y donde el crimen, el desempleo y las drogas son pan de cada día. El resto vive en aldeas que carecen de infraestructura adecuada, como agua corriente, alcantarillado o electricidad, y sin servicios como la sanidad o la educación. Por lo general tienen que conformarse con generadores, pozos improvisados y viajes de larga distancia para llegar a un hospital o a una escuela.
Prefieren vivir en condiciones miserables en lugar de trasladarse a otra ciudad por dos razones. Primero, si salen de su tierra ancestral, el estado, lo más probable es que la confisque. En segundo lugar, es mejor ganarse la vida como pastores de poca monta en las “aldeas no reconocidas” que sufrir el desempleo crónico en la ciudad “planificada”. 93% de la tierra dentro de la “línea verde” es propiedad del Estado de Israel y gestionada a través del “Fondo Nacional Judío” (FNJ) y la Administración de Tierras de Israel, los cuales tienen fuertes agendas y visiones racistas-sionistas (judíos ultra nacionalistas) Al FNJ le gusta presentarse a sí misma como organización “ecológica” que trabaja en “la floración del desierto”. En realidad, su trabajo es asegurarse de que la tierra sólo pueda ser utilizada por el Estado de Israel y los ricos magnates estadounidenses de bienes y raíces, como Ronald Lauder, que desean ampliar sus negocios
La primera visita durante nuestro viaje fue a la aldea beduina de Bir Hadaj. Los aldeanos beduinos tienen títulos de propiedad tierra desde 1904, pero a mediados de la década de 1970 fueron movidos por el estado a muchos kilómetros de ahí. En la década de 1990, a los aldeanos se les prometió cinco dunums (aproximadamente 1.25 acres) de tierra por familia nuclear, tanto para la vivienda y uso agrícola.
El gobierno, sin embargo, pronto rompió su palabra y dijo que sólo daría 2.5 dunams (aproximadamente 0,75 acres) a cada familia, y, por último, sólo un dunam (aproximadamente un cuarto de acre. Todo esto se hizo mientras los agricultores ricos con las conexiones “adecuadas”  con el gobierno, recibieron miles de acres en “granjas individuales” de forma gratuita o por una suma irrisoria. No hay empleo en las cercanías de Bir Hadaj, por lo que la agricultura es la principal fuente de sustento a disposición de los beduinos, y sin mucha tierra, están condenados a la pobreza.
Los pobladores protestaron contra el plan estatal de convertir Bir Hadaj en una ciudad fantasma, sin agricultura y sin ningún tipo de empleo. Desde que se opusieron al plan estatal, no ha habido ningún otro plan oficial para Bir Hadaj. Por lo tanto, de ninguna manera se les concede a los beduinos permisos de construcción para sus casas. El Estado utiliza esto como una excusa para demoler las casas del pueblo, por lo general con brutalidad policial durante el proceso, con el fin de ejercer presión sobre los pobladores y obligarlos a aceptar el plan de urbanización.
Frente a este tipo de terrorismo de estado racista y robo de tierras, los habitantes del pueblo han unido sus fuerzas con los activistas de todas las etnias en Israel-Palestina, y están organizando una lucha por la tierra y medios de subsistencia.
Después de Bir Hadaj, visitamos la aldea no reconocida de Wadi al-Naam. El Estado de Israel, ha cambiado el uso del suelo en está comunidad, permitiendo a fabricantes de químicos, e incluso, un plan de energía que se construirá allí con el fin de obligar a los campesinos a abandonar. Los pobladores son envenenados por la contaminación del aire, tanto de las turbinas y la radiación electro-magnética de los generadores y líneas eléctricas. Wadi al-Naam tiene la mayor tasa de cáncer en todo Israel-Palestina.
El estado ha ofrecido remover a los aldeanos de wadi al-Naam a Segev Shalom, otro pueblo sin planificar, que no sólo sufre desempleo, pero también, como Wadi al-Naam, la misma contaminación mortal. Otros reasentamiento e ideas propuestas por los habitantes del pueblo fueron rechazadas por el Estado.
Terminamos nuestro recorrido en el pueblo de al-Araqeeb, al lado de la ciudad también sin planificar de Rahat, cerca de Beersheba, ¡Que fue demolida no menos de 42 veces! Por parte del Estado de Israel en los últimos dos años y medio. Una vez más, los aldeanos tienen títulos de sus tierras, pero esto no es de interés para el FNJ y el gobierno. Hablan todo el tiempo acerca de cómo proteger la “propiedad privada”, pero sólo se preocupan por la propiedad de los ricos.
Esta visita puso de relieve los horrores de la segregación sionista, donde los trabajadores y campesinos beduinos sirven en el ejército y pagan impuestos, pero son arrojados de sus tierras y rara vez consiguen un trabajo decente. No hay capitalismo sin racismo, ni en Israel-Palestina ni en el resto del mundo. Pero nosotros, los trabajadores y campesinos de todas las etnias y naciones, tenemos que confiar unos con otros cuando luchamos contra el robo racista de tierras y el capitalismo. ¡Finalmente vamos a ganar!