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Derrota de Japón Por Los Soviéticos En 1939 Ayudo A Determinar la Segunda Guerra Mundial

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11 Abril 2013 50 visitas

“Oficialmente”, la II Guerra Mundial comenzó el 1 de sept. De 1939 cuando los nazis invadieron a Polonia, pero para muchos, la guerra comenzó cuando el ejército fascista Japonés ocupó  a Manchuria, China, en el 1931. Otros dicen que empezó en el 1936 cuando el eje fascista Hitler-Mussolini ayuda al General Franco a derrocar el gobierno republicano de España; o cuando Mussolini invadió a Etiopía en el 1937 (ver DESAFIO, 22/10), masacrando un millón de gente.
A esta lista, agreguemos la guerra Jaljin-Gol, “La II Guerra Mundial comenzó aquí” dijo el Coronel mongol retirado Zhavzanglin Yadmaa (citado por el periodista Rafael Poch de Feliu, reportando para La Vanguardia, Barcelona, y reimpreso por Lainsignia.org). Esta guerra es por lo general ignorada o desconocida. El Almanaque Mundial sobre la II Guerra Mundial solo incluye un párrafo en sus más de 500 páginas. Sin embargo, esta corta guerra tuvo una importante influencia en el resultado de la II Guerra Mundial.
Los fascistas japoneses buscaban capturar a Mongolia y Siberia, para contraatacar la retaguardia soviética y facilitar la invasión nazi desde el Occidente. “Stalin consideraba a Mongolia como una zona vital para su sistema defensivo y comunicaciones contra Japón en Siberia y el Extremo Oriente”. Dice el historiador mongol Tsedendambyn Batbayar. “Los dirigentes soviéticos estaban determinados a dar una lección a los militares japoneses si atacaban a Mongolia… [Solo entonces]…la URSS podría concentrar sus esfuerzos de guerra en el frente europeo”.
En el 1927, Tanaka, el Primer ministro japonés y uno de los arquitectos de la invasión de China, anuncio que el Extremo Oriente ruso y Mongolia tenían que ser conquistados. En el 1935, cuando las potencias del Eje fascista firmaron el pacto Anti-Komintern, jurando aplastar la URSS y el movimiento comunista internacional, las relaciones soviéticas-japonesas se deterioraron. En 1937, Stalin desplego un ejercito de 30,000 soldados en Mongolia, y se empezó a purgar a los agentes del Eje fascista dentro del gobierno y el ejercito de Mongolia. Sin estas medidas, el plan de los fascistas japoneses hubiera triunfado, igual como los nazis lo lograron en Europa Occidental.
El 11 de mayo de 1939, el ejército japonés invadió a Mongolia, un ataque que las potencias occidentales rehusaron condenar. Muchos elementos burgueses occidentales—incluyendo Henry Ford y muchos en la realeza británica—querían que los fascistas destruyesen a la Unión Soviética. No fue hasta que Hitler y Cía. decidieron tomarse todo sin compartirlo con otros imperialistas, que EEUU e Inglaterra tomó acción, y esperaron hasta el 1944 cuando los soviéticos ya habían derrotado gran parte del ejército nazi (y pudieron haber liberado a toda Europa Occidental). Pero aun en medio de la guerra, GM, IBM y banqueros de Wall Street negociaban con Alemania nazi.
El ejército soviético, dirigido por el General Khuzov, contraataca y barrió con los invasores japoneses antes de que Hitler invadiese a Polonia. La batalla en Mongolia fue un preludio a las grandes batallas de la II Guerra Mundial, integrando el uso de tanques, aviones, artillería e infantería por primera vez en la guerra moderna. Los soviéticos usaron 500 aviones y 500 tanques T-34, que sirvió de entrenamiento para su uso en la venidera guerra contra los nazis y la batalla final que libero a Berlín en 1945. Ambos bandos perdieron como 30,000 soldados. Los japoneses perdieron 660 aviones, y tuvieron más de 60,000 bajas. El bando mongol-soviético perdió 207 aviones y 18,500 soldados. El General Choybalsan fue apodado el “Stalin mongol” por su liderato en esta derrota de los fascistas.
Esta guerra vio una verdadera carga de caballería, contrario al mito de los ataques por la caballería polaca contra los tanques nazis, mas ficción que realidad. Decenas de miles de jinetes mongoles jugaron un papel crucial en la derrota del ejército japonés. “Atacábamos al galope con el sable en alto, el fusil con bayoneta calada en la espalda, y la mascara antigás puesta, pues al principio temíamos que los japoneses utilizaran gas”, recuerda el Coronel retirado Cegengiin Dorzh. Aunque tiene 88 anos de edad no olvida las acciones de los 6000 jinetes mongoles que comandaba, y quienes amaban tanto a sus caballos que intentaban protegerlos con sus propias vidas.
El Coronel agrega que “la caballería nunca se uso en ataques frontales…Nuestro enemigo era poderoso, bien armado y venia curtido por la conquista de Corea y China”. Dijo que los japoneses usaban mercenarios como los remanentes del ejército blanco ruso que había librado una guerra civil en el Extremo Oriente y Siberia con los bolcheviques en la década del 1920. La caballería de hoy, una década luego de la implosión de la URSS, los mongoles siguen viendo con reverencia al Ejercito Rojo y al liderato de Stalin. Saben que si no los hubiesen liberado habrían sufrido la misma suerte que China, donde los fascistas japoneses masacraron a millones de civiles inocentes.
El racismo contra los mongoles esta bien atrincherado en la cultura capitalista occidental, con leyendas racistas como las de Genghis Kahn y los barbaros mongoles. La derrota en Mongolia hizo que los fascistas japoneses firmasen un pacto de no agresión con Moscú Fue entonces, que el ejercito japonés decidió atacar las colonias británicas, francesas y estadounidenses en el Pacifico, llevando al ataque contra Pearl Harbor. Luego de terminar los nazis, el Ejercito Rojo soviético derroto la gran parte del ejercito japonés en Manchuria al mismo tiempo que EEUU usaba bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki, como advertencia a los victoriosos soviéticos de que comenzaba la “Guerra Fría”.
La guerra en Mongolia también desplomo otro mito anticomunista, de que el liderato soviético “no estaba preparado” para la invasión nazi. Este mito fue aunado por las victorias nazis al comenzar su invasión en 1941, pero contra la Europa Occidental, donde los Quislings (traidores pro-nazi) ayudaron a la conquista nazi, en la Unión Soviética los traidores fueron eliminados antes y durante la invasión. La derrota de los nazis en la Batalla de Stalingrado en el invierno 1942-43 cambio el rumbo de la II Guerra Mundial. Desde ese momento, el Ejercito Rojo avanzo sin parar hasta Berlín. El dedicado Ejercito Rojo y su liderato comunista logro casi por si solo lo que los ejércitos capitalistas nunca hubiesen logrado.