El nombramiento del mentiroso sexista Brett Kavanaugh en la Corte Suprema de los Estados Unidos expone la verdadera naturaleza de una “democracia representativa”, un sistema donde los trabajadores están excluidos de cualquier influencia en la toma de decisiones. El presidente Trump, que perdió el voto popular por más de 2 millones de personas, lo nombró.
La batalla moderna por el control de la Corte Suprema comenzó en 1982 con la formación de la Sociedad Federalista. (NPR 6/28/18) Este grupo de abogados y jueces extremadamente conservadores y libertarios se ha convertido en una voz contundente que apoya los intereses de la sección doméstica de la clase dominante (ver CD Editorial 9/24). Esa ala ha apuntado el control del poder judicial como una estrategia para competir con los grandes capitalistas del ala principal más arraigados (NPR 3/14/18).
Estos jefes con orientación doméstica desean reducir el tamaño del gobierno federal, recortar todas las regulaciones y aprobar una enorme reducción de impuestos para los ricos. Los 91 jueces que Trump ha nominado provienen de una lista preparada por la Sociedad Federalista (Chicago Tribune, octubre de 2018). La Sociedad Federalista ahora domina grandes secciones de los tribunales federales. Con el nombramiento de Kavanaugh, ahora son la sección dominante de la Corte Suprema.
El ala principal de la clase dominante es igualmente consciente de la necesidad de controlar a la Corte Suprema para tratar de aferrarse a su imperio agonizante. Durante el primer mandato de Obama hubo un esfuerzo para instar a la juez Ruth Bader Ginsburg a retirarse para que pudiera ser reemplazada por una persona más joven. Ella se negó (The New Yorker, septiembre de 2018). Ginsberg, un ícono de los medios liberales, es una gran racista que no contratará empleados de la rasa Negra para para ejercer la ley(National Law Journal 2/1) y atacó públicamente a Colin Kapernick por arrodillarse. (NY Times 10/11/16)
Luego, a principios de 2016, el juez Scalia, miembro de la Sociedad Federalista, murió repentinamente. Obama tuvo su oportunidad. Nombró a Merrick Garland, pero los republicanos se negaron a celebrar audiencias para nombrarlo. El asiento se guardó hasta después de las elecciones presidenciales de 2016 y la elección fue para Trump.
Los patrones obviamente no dirán que están luchando para controlar a los tribunales para mantenerse en el poder. En su lugar, utilizan cínicamente nuestro odio hacia el sexismo y el racismo para intentar que luchemos en sus batallas. Cuando pareció que Kavanaugh estaba seguro de ser nombrado, los demócratas revelaron el nombre de Christine Blasey Ford, quien acusó de forma creíble a Kavanaugh de agresión sexual y desató la honesta pasión de millones de anti-sexistas por derribar a Kavanaugh. Esta fue una estratagema corrupta de su parte. Estos mismos demócratas liberales defendieron al depredador sexual en serie, el presidente Bill Clinton, en los años noventa. Lanzaron ataques violentos contra la pasante de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, y varias otras mujeres que habían sido abusadas por Clinton. Las feministas más conocidas de esa época, como Gloria Steinem (The Atlantic 11/13/17) y mujeres políticas como Maxine Waters (Cámara de Representantes, 18/18/98), defendieron abiertamente a Clinton al igual que Trump defendió a Kavanaugh.
En 1991, el presidente George H. W. Bush nominó al juez Clarence Thomas, el más conservador de todos los jueces, porque sentía que necesitaba un hombre negro. Durante esas audiencias en el Senado, Anita Hill informó haber sido acosada sexualmente por Thomas. Fueron dos demócratas liberales, el senador Joe Biden y el senador Ted Kennedy, quienes lideraron el ataque violento y sexista contra ella. Al igual que con Kavanaugh, la mujer quedó traumatizada y el candidato se convirtió en juez del Tribunal Supremo.
No votes, ¡organiza contra el sexismo!
Brett Kavanaugh es un sexista horrible. Pero votar por el liberalismo corrupto de los demócratas no detendrá el sexismo. Solo las mujeres y los trabajadores que luchan codo con codo contra la división sexista de los patrones de la clase trabajadora y el sistema capitalista que la genera conducirán a la igualdad. El capitalismo está impregnado de la cultura sexista como vimos diariamente en las defensas de Kavanaugh y la explotación de los demócratas de las víctimas de agresión sexual. La cultura sexista apoya el beneficio capitalista generado por la brecha salarial de género, la superexplotación de las mujeres y las cargas adicionales que asumen como madres y cuidadoras.
Los demócratas son leales al mismo sistema capitalista que los republicanos. Ninguno es amigo de los trabajadores.
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El nombramiento de Kavanaugh refleja profundas divisiones en la clase dominante
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- 13 Octubre 2018 82 visitas