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Los trabajadores no tienen cabida en la guerra civil de los patrones

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23 Noviembre 2018 46 visitas

Las agrias elecciones de mitad de periodo estadounidense expusieron la intensa batalla dentro la clase gobernante estadounidense – y hasta donde estas dos facciones principales están dispuestas a llegar mientras se preparan para el fascismo y guerra. Los dos lados están atacando los signos liberales democráticos del poder estatal capitalista, del Senado estadounidense y la Corte Suprema hasta el conteo de votos sí mismo. Los medios principales capitalistas se están preguntando si los Estados Unidos “han llegado al bordo de una verdadera guerra civil” (nationalreview.com, 7/31.) Paul Krugman del New York Times advirtió de “un creciente crisis sobre la legitimidad del sistema político estadounidense – aunque superamos el crisis constitucional que parece ser inminente en los próximos meses” (11/8.)
Mientras los patrones estadounidenses se pelean entre ellos mismos, los más unidos imperialistas Chinos están preparados de alcanzarlos – económicamente y militarmente, de África a Latinoamérica. Como lo señalo hace poco el noticiero Times, “Una aislada y empobrecida provincia ha evolucionado a un mayor significante rival a los Estados Unidos desde la caída de la Unión Soviética” (11/18.) De tarifas agresivas (impuestos a importaciones) a tensiones crecientes acerca Taiwán hasta una cuasi colisión con rivales buques de guerra en el Mar de la China Meridional, los dos superpotencias llevan camino para enfrentarse en un conflicto global.
En periodos de crisis, para cerrar filas contra los enemigos del exterior mientras controlando a sus propios trabajadores, los capitalistas tienen que disciplinar y unificar a su propia clase – por cualquier medio necesario. Las elecciones de medio periodo representó la más recién batalla gobernante acerca de que mejor manera de mantener su sistema letal de ganancias. Algún día, estos desacuerdos serán más sangrientos.
Dos partidos, una pesadilla capitalista
Para los trabajadores, también es mucho lo que está en juego. Los patrones estadounidenses – republicanos o demócratas, abiertamente racistas viciosos o liberales falsos mentirosos – no tienen nada más que ofrecer que el racismo, la pobreza, el fascismo y guerra imperialista. George W. Bush y Barack Obama, junto con Ronald Reagan o Bill Clinton, todos son compañeros asesinos de masas y todos son dos lados de la misma pesadilla. A pesar de la ausencia de un movimiento comunista internacional, los trabajadores son vulnerables a la falsa ideología de que votando es el camino a un cambia social. Los gritos racistas anti inmigrantes y las pólizas horrendas del presidente Trump y partido republicano dirigieron a millones para tratar de encontrar algo mejor.
Aunque 47% de la población elegible de votar emitieron un voto, esto marcó la más grande participación para un medio periodo estadounidense desde 1966 (npr.org, 11/8.) La elección vio un 36% aumento de votantes bajo la edad de 30 versus 2014 (realclearpolitics.com, 11/8.) Cuando se combina la política reaccionaria de identidad, que pacifica a los trabajadores más oprimidos, esto fue un progreso para los patrones. “Cuando tienes a dos mujeres musulmanas estadounidense en el Congreso, de repente cada mujer joven musulmana estadounidense lo ve como una posibilidad”, dijo Sayu Bhojwani, presidente de Nuevos Líderes Americanos, una organización que da ayuda a inmigrantes queriendo postularse a un cargo público (NYT, 10/31.) Como el periódico New York Times vanaglorió, “la democracia tuvo un éxito destacable la semana pasada”. (11/14.)
Pero no existe un mal menor bajo el capitalismo – solamente el mal de inversión de lucro. No se puede reformar el capitalismo ni votar para que provea una vida decente para los trabajadores. Solamente una revolución comunista puede parrar el racismo, el sexismo, el desempleo masivo y guerra imperialista. Solamente una sociedad comunista, dirigida por y para los trabajadores, sin dinero o inversión de lucro, puede servir a las necesidades de la clase trabajadora internacional.
No hay buenos patrones
El ala principal internacionalista de la clase gobernante estadounidense es el capital financiero y corporaciones multinacionales como JP Morgan Chase y ExxonMobil. Esta ala es sobre todo representado por el partido demócrata, junto con mil millonarios como George Soros y Warren Buffett. El ala principal obtiene mucho de su ganancia de comercio y control imperialista sobre la labor, mercados, y petróleo barato del Oriente Medio. Para defender sus intereses, estos patrones necesitan el comercio multilateral y alianzas militares y un militar multirracial estadounidense – incluyendo tropas hecho de inmigrantes – para pelear en una inevitable tercera guerra mundial. En general, prefieren el fascismo con un fundido liberal, “democrático” y para contener el odio de los trabajadores dentro un sistema electoral.
La más pequeña ala nacionalista obtiene la mayoría de su dinero de industria basado domésticamente. Enfocados más en inversiones de lucro en términos cortos, ellos se oponen en pagar impuestos extras para preparar a los Estados Unidos con un rol principal en la próxima guerra global. La estrategia de esta ala es de establecer un “Fortress America” (Fortaleza EE.UU.) – una potencia mundial más contenida y menos ambiciosa. Respaldado por mil millonarios como las familias Koch y Mercer, estos patrones han usado a Trump y su base de supremacistas blancas para avanzar su agenda y retirarse de enredosos y costosos acuerdos como el Acuerdo de Clima de Paris. Usarían el fascismo al estilo nazi como una manera para disciplinar a los trabajadores a que acepten cualquier sacrificio requerido mientras las presiones económicas y políticas intensifican.
Pero mientras que haiga importantes diferencias entre los patrones y los lacayos políticos que trabajan por ellos – no hay buenos patrones. Ayanna Pressley, pronto de ser la primera mujer negra de Massachusetts en el Congreso, hizo campaña para la racista Hillary Clinton en 2016 (Boston Globe, 1/31.) Los candidatos ganadores “progresistas” como Ilhan Omar y la “socialista” farsante, Alexandria Ocasio-Cortez, hicieron campaña sobre la abolición de la agencia racista ICE (Servicio de Inmigración y Aduanas.) En el plazo de una semana de sus elecciones, ellos ya estaban dando vuelta atrás sobre su promesa (CBS News, 11/12.) Ellos saben que el abuso racista de los inmigrantes es fundamental para el capitalismo estadounidense. Barack Obama, el antecesor político de ellos, es un buen ejemplo. El deportó a más de 3 millones de hombres, mujeres y niños.
Las luchas internas patronales, terror de los racistas
El ala principal posee muchos más recursos y apoyo popular. Aún después de la comprobación en octubre de Brett Kavanaugh, el ala domestica realizó todos los cuatro centros de potencia política: la Casa Blanca, ambas cámaras del Congreso y la Corte Suprema. El desequilibrio ha conducido viciosas luchas internas. La democracia liberal patronal apareció instable, quizás aún insostenible.
Pero después de la “ola azul” del 6 de noviembre que giró la Cámara de Representantes hacia los demócratas, se parece posible que el ala principal pueda recuperar la Casa Blanca y el Senado en 2020. Después de Trump, el partido republicano quizás sea restaurado como la oposición leal. La democracia electoral de dos partidos quizás continúe a servir el propósito de los imperialistas predominantes, al menos un tiempo.
Otra muy distinta pregunta es si la ala domestica está dispuesto a estar en segundo plano otra vez – o si la enojada base racista de Trump siga las normas. El 9 de noviembre, un ferviente defensor de Trump, llamado Cesar Sayoc, fue acusado de enviar por correo bombas caseras a 13 individuales o compañías asociados con el ala principal, incluyendo a Obama, Soros y la red televisa, CNN. Como el abogado anterior de Sayoc dijo, Trump “dio la bienvenida a todos los extremistas, todos los excluidos, todos los atípicos, y Sayoc sentía que finalmente, alguien le estaba hablando (Washington Post, 10/29.)
No se trata de un caso aislado. Desde el verano de 2015, cuando la campaña presidencial de Trump se inició, más de una docena de su patrocinadores planearon o cometieron actos de terror racista (theintercept.com, 10/27.) Más en general, el número de incidentes relacionados con el terror en los Estados Unidos se han triplicado dese el 2013:
En 2017, hubo 65 incidentes con suma total de 95 muertes. En el análisis de datos recientes por el sitio informativo Quartz, aproximadamente 60% de esos incidentes fueron impulsados por ideologías racistas, anti musulmán, antisemita, anti gobierno u otras ideologías derechistas. Ideologías izquierdistas como el ambientalismo extremista fueron responsables por 11 ataques. Extremistas musulmanes cometieron solamente 7 ataques (NYT, 11/3,)
A mediados de noviembre, en el Condado Pasco, Florida, investigadores “confiscaron 110 armas ilegales incluyendo un lanzacohetes y dos funcionales bambas tubo…y procesaron a 39 miembros o asociados de pandillas supremacistas blancas de Florida (wftv.com, 11/18.)
Lucha de clases, no las luchas patronales
Las dos alas de la clase gobernante quieren la lealtad política de las masas de trabajadores y están dispuestos a usar cualquier modo que sea para llevarlo a cabo. Mientras el obvio racismo de Trump es abominable, los patrones del ala principal no es la respuesta. Para ellos, “luchando contra el racismo” quiere decir limitando la lucha mientras construyendo lealtad al orden capitalista, el camino a la guerra inter-imperialista.
El Partido Laboral Progresista tiene un plan diferente. Intentamos de organizar una fuerte y disciplinada lucha anti-racista de clases en el camino para derrotar el capitalismo. Nuestro único aliado en esta lucha es la clase trabajadora internacional. ¡Únetenos!