Google, al cortar el acceso de Huawei a su programa es un fuerte recordatorio a los capitalistas del mundo y un contundente mensaje a la clase dominante china: el imperialismo estadounidense será despiadado defendiendo sus ganancias globales. El que Google se alié a EE.UU. en sus esfuerzos por frenar la proyección de poder chino intensifica la presión para que otros gobernantes capitalistas, como los europeos, elijan bando en esta guerra cibernética entre dos súper poderes. La neutralidad – para compañías, al igual que para países – será difícil, o quizás imposible.
Los trabajadores debemos escoger nuestro propio bando, el bando de la clase trabajadora internacional. Conforme se acerca la tercera guerra mundial, debemos estar preparados para convertir la guerra imperialista en una guerra de clases para la revolución comunista.
Alta tecnología: espía contra espía
El ataque del presidente estadounidense Donald Trump a Huawei, la manufacturera de equipo de telecomunicaciones mas grande, intenta bloquear el “ruta de seda digital” de los patrones chinos. Los avances chinos en la tecnología global, pieza central de su política industrial “Hecho en China 2025”, encaja como anillo al dedo a su iniciativa Cinturón y Ruta de Seda para ganar poder político a través de proyectos de infraestructura y robo económico alrededor del mundo. Huawei nació para propagar el poder chino globalmente. Fue fundada en 1987 por un antiguo oficial del Ejercito Popular de Liberación (npr.org 18/12/18). Asi como AT&T y Verizon son armas del imperialismo estadounidense, Huawei es un arma del imperialismo chino.
Actualmente, China lidera al mundo en la construcción de infraestructura para la futura tecnología de red inalámbrica 5G. Para los patrones estadounidenses, las consecuencias son aterradoras:
En una reciente declaración, varios altos lideres militares estadounidenses señalaron que la infraestructura 5G china permite a Beijing la oportunidad de colectar información que podría comprometer la integridad de las futuras operaciones militares estadounidenses. Es mas, advirtieron que esto le daría al gobierno autoritario chino la capacidad de colectar información clandestinamente sobre miles de millones de personas y utilizar esa información para coerción (nationalinterest.org, 21/5).
Claro, estos parásitos esperan que todos se olviden de Edward Snowden y Julian Assange. Sus revelaciones descubrieron la expansión global del espionaje por parte de compañías de telecomunicaciones estadounidenses en nombre de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense.
En general, las advertencias estadounidenses a Latinoamérica y Europa sobre un futuro espionaje chino han caído en oídos sordos. Solo el 7% del mercado latinoamericano en teléfonos es Huawei, comparado con el 25% en Europa (New York Times, 25/5). Además, los gobiernos y trabajadores latinoamericanos han vivido con el espionaje estadounidense por décadas. El vicepresidente brasilero Hamilton Mourão vociferando el punto de vista de la clase dominante dijo: “China quiere productos; nosotros necesitamos trenes, puertos, y carreteras que faciliten el transporte de estos productos” (Foreign Affairs, Mayo 2019).
Mientras tanto en Europa, aliados cercanos de la OTAN, como Alemania y Bretaña se resisten a la prohibición estadounidense de Huawei para sus propios proyectos de 5G. Agentes de inteligencia estadounidenses reconocen que Huawei y otras compañías de telecomunicaciones chinas “probablemente controlan el 40 al 60% de las redes a través de las cuales empresas, diplomáticos, espías, y ciudadanos hacen negocio” (NYT, 28/5).
Los patrones promueven la tecnología 5G como una gran mejora a nuestra calidad de vida, desde descargas de películas a logros médicos revolucionarios a través de incrementos y realidad virtual. Dicen que 5G enlaza el “internet de las cosas”, desde carros autónomos a cámaras de seguridad y equipo industrial (NYT, 25/5). Pero debemos recordar los patrones tienen otras razones para crear esta infraestructura, es por “seguridad nacional” -- es decir, para la vigilancia interna y represión para mejorar la disposición militar. Cualquier “beneficio” para los trabajadores estará detrás de las necesidades de la maquinaria de guerra capitalista y su arremetida hacia el fascismo total.
Guerras comerciales promueven patriotismo
Conforme se intensifica la guerra comercial de los súper poderes, el uso del poder estatal estadounidense parece torpe, comparado con los capitalistas de estado chinos, quienes son mas eficientes disciplinando y uniendo a su propia clase – un importante elemento del fascismo. El actual estancamiento entre Trump y el Congreso amenaza con paralizar la capacidad del gobierno estadounidense de implementar nuevas políticas, al menos a corto plazo. En una situación acelerada mundial, es altamente desfavorable para la clase dominante estadounidense. Agrégale el estilo de destrucción de aliados de Trump y EE.UU. podría estar aislado cuando caiga de su corto pedestal sobre el sistema de lucro del orden del picoteo mundial.
Los trabajadores estadounidenses dependen de los productos baratos de chinos y estadounidenses para compensar la desigualdad generalizada de los salarios que concentra una obscena fortuna en una pequeña porción de la clase dominante. Pero, mientras Trump impone mas aranceles y China contra ataca, los precios continuar aumentando. Ambos grupos de gobernantes tendrán que ganar a muchos millones de trabajadores a la idea de que es nuestro “deber patriota” sacrificarnos y pagar precios mas altos por los productos “Hechos en USA” y “Hechos en China”. Los dólares y yuanes extras que llegaran a las respectivas tesorerías patronales ultimadamente financiaran el costo de la masacre masiva cuando la guerra comercial se convierta en una guerra militar.
Enfrentándose a China
Todos los gobernantes estadounidenses saben de la necesidad de mantener una masa critica de planes físicos de guerra industrial en el continente norteamericano. Pero en los últimos años, un numero de manufactureras estadounidenses, incluyendo sectores críticos como el aeroespacial (aviones de guerra) y camiones (tanques), han llegado a depender del acero barato y componentes electrónicos chinos. Tarde o temprano se necesitara una cadena de suministros que no sea china.
Aunque no queda claro el desenlace inmediato de esta guerra comercial, los crecientes desafíos son innegables. El porrista del imperialismo estadounidense, Thomas Friedman, del New York times declara: “Podíamos hacernos de la vista gorda cuando el comercio se trataba solo de juguetes y paneles solares, pero cuando es sobre F-35 y telecomunicaciones 5G, eso no es muy inteligente” (NYT, 23/5). Aunque el estilo de Trump es caótico, pone las importantes necesidades del ala principal de la clase dominante, los capitalistas financieros, al frente.
En EE.UU., los patrones capitalistas – republicanos o demócratas – aun no han podido ganar a masas de trabajadores al fervor patriota que se necesita para un enfrentamiento inter-imperialista serio. Xi Jinping, presidente chino tiene el mismo problema. En ambos países, el individualismo y consumismo reinan. Al punto que el enfrentamiento comercial Trump-Xi representa el comienzo de la politización de los consumidores con sentimiento anti-chino o anti-USA, y es un paso significativo en la construcción para la guerra mas extensa.
En el 2020 y después – lucha por el comunismo
Conforme el capitalismo se adelanta hacia la guerra mundial y una catástrofe climática, la historia nos enseña que la clase trabajadora es la única fuerza que puede cambiar el curso de esta devastación masiva. En el próximo periodo, sin duda los patrones atacaran cada sector de la sociedad preparándose para la guerra. Los comunistas debemos estar en posición dentro de los movimientos de masas, desde la lucha por salud y los derechos de la mujer a las huelgas de maestros y las luchas contra los asesinatos racistas por la policía. Mientras agudizamos la lucha de clases, debemos extender nuestro trabajo a la industria básica.
La meta del PLP es construir una base masiva de trabajadores con consciencia de clase quienes podrán ser ganados a la revolución comunista internacional. Cuando los trabajadores rechazan el nacionalismo y reformismo, llegan a la conclusión de que no podemos dejar a ningún lobo vivo pues todo el rebaño estará en peligro. Solo entonces la humanidad emergerá de la amenaza de aniquilación asestada por el capitalismo y avanzará hacia el futuro donde el planeta y la gente sean libre de la explotación.