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Sistema de ganacias, una placa de Petri para enfermedades

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23 Julio 2020 100 visitas

Las prácticas agrícolas capitalistas han dado lugar a enfermedades devastadoras causadas por brotes de virus globales que se han producido con mayor frecuencia: SIDA (1981), SARS (2002), Ébola (2014), Covid-19. Poner ganancias ante las personas ha aumentado la cantidad y el impacto de los virus zoonóticos (rastreados hasta animales salvajes).
Mientras el capitalismo continúe violando la tierra, la humanidad sufrirá cada vez más de estas enfermedades. El comunismo, un sistema que trabaja para satisfacer las necesidades de las personas en lugar de obtener ganancias privadas, es la única alternativa viable a la muerte y destrucción capitalista.
El capitalismo ha llevado a los animales exóticos al lado del ganado tradicional en los mercados de Wuhan y otros. Los vendedores de esta comida talan en los bosques para obtener sus productos, y los animales que encuentran, llenos de patógenos previamente desconocidos, son llevados a las ciudades.
Al menos el 60 por ciento de los virus y bacterias humanos nuevos (novedosos) provienen de estos animales salvajes. Los virus nuevos son un problema porque nadie tiene inmunidad contra ellos.
El regreso de China al capitalismo después de 1976 sentó las bases para los mercados de alimentos exóticos. Después de que el comunismo terminó allí, el gobierno chino dio un primer paso hacia el capitalismo redistribuyendo lo que había sido tierra de cultivo colectiva a hogares individuales. Estos “pequeños productores” fueron luego reemplazados en la década de 1990 por conglomerados industriales de producción de alimentos. Esto empujó a los pequeños productores a buscar otras formas de ganarse la vida, y algunos recurrieron a la cría de animales salvajes.
La llamada Gripe española de 1918 se extendió por la Primera Guerra Mundial, esta guerra tomo lugar para que Estados Unidos, Alemania, Francia y otros capitalistas pudieran dividir el mundo entre ellos para la explotación colonial. Los virus mortales de este siglo se propagan a través de los mercados capitalistas internacionales y las cadenas de suministro, que traen consigo viajes internacionales e intercambio de bienes.
Cuando la fuerza impulsora detrás de la toma de decisiones es la ganancia en lugar de la necesidad de la clase trabajadora, hay un 100 por ciento de posibilidades de que la decisión perjudique a la clase trabajadora del mundo. Incluso cuando su propia investigación demuestra que las condiciones están maduras para la propagación de la enfermedad, el motivo del beneficio anula la seguridad. Un sistema que a sabiendas pone a la clase trabajadora y al mundo en riesgo no merece existir.
Las condiciones adecuadas para la enfermedad
A medida que la producción de alimentos capitalista invade la mayor parte del mundo, los pequeños agricultores son expulsados de sus tierras y hacia las ciudades. Estas ciudades y sus alrededores se vuelven superpobladas, llenas de personas pobres que apenas se ganan la vida y tienen poca o ninguna atención médica o agua limpia. Combine eso con la deforestación, y tendrá virus anteriormente controlados por las complejidades del bosque tropical que llegan a las grandes ciudades en solo unos pocos días. Los virus cuyo impacto alguna vez se habría limitado a las aldeas en el borde del bosque ahora se extienden por todo el mundo a través de los viajes y el comercio.
Otra forma en que la agricultura capitalista crea pandemias es cultivando alimentos, tanto cultivos vegetales como animales, con conjuntos de genes casi idénticos. Los cerdos de Berkshire, por ejemplo, “son conocidos por su rápido y eficiente crecimiento, eficiencia reproductiva, limpieza y sabor y valor de la carne”. Estos animales genéticamente similares permiten que los virus, a medida que mutan, eventualmente “ganen el premio gordo” e infecten a toda la población. En una población animal genéticamente diversa, el virus probablemente solo infecte a algunos de los rebaños. Los capitalistas, sin embargo, basan sus decisiones en la rentabilidad, no en la prevención de enfermedades humanas.
A los capitalistas también les resulta más rentable mantener a los animales confinados en un espacio pequeño, para que puedan producir más carne por acre. Esto facilita una mayor transmisión de virus y otros patógenos. Debido a que estos animales se cultivan para obtener rentabilidad, sus condiciones son insalubres, lo que debilita su sistema inmunológico. El hacinamiento ayuda a que los patógenos se propaguen rápidamente a través de las granjas industriales. Las exportaciones mundiales de animales brindan a los virus nuevas oportunidades de propagación. Los antibióticos se alimentan habitualmente a animales en confinamiento en granjas industriales. El uso generalizado de antibióticos, no para tratar animales enfermos, sino como un “promotor” del crecimiento, ha llevado al desarrollo de resistencia bacteriana a múltiples antibióticos.
Enfermedades, solo un costo de negocio
Los especuladores ven los brotes ocasionales de enfermedades como parte del costo de hacer negocios. El gobierno de los EE. UU. y otros en todo el mundo juegan un papel cada vez menor en la regulación de las granjas industriales y las plantas de procesamiento. El apoyo gubernamental a las prácticas que contribuyen a los brotes de enfermedades ha resultado en un mayor número de personas infectadas por brotes transmitidos por alimentos.
La agricultura capitalista, la globalización y los métodos agrícolas que destruyen las barreras naturales a los patógenos permitieron que Covid-19 y otras enfermedades mortales invadieran el mundo. Los especuladores han viajado por todo el mundo, destruyendo cualquier cosa (incluyendo a millones de vidas humanas) que se interponga en su búsqueda de riquezas, y sentando las bases para nuevos virus que enferman y matan.
El biólogo socialista y evolucionista Rob Wallace ha escrito varios artículos además de su libro Big Farms Make Big Flu (Granjas Grandes, Hacen Grande Influenza), que vincula las prácticas agrícolas capitalistas con el desarrollo de virus como el SARS-CoV-2 (el virus que causa Covid-19). Si bien su trabajo es útil para exponer el papel particular que desempeña la agricultura capitalista, él, como otros socialistas, no aboga públicamente por el derrocamiento del sistema capitalista.
Un mundo mejor es posible
El Partido Laboral Progresista (PLP) lo desglosa de esta manera: estos especuladores que chupan la sangre nunca abandonarán su sistema capitalista pacíficamente. Una clase obrera armada, bajo el liderazgo de los comunistas del PLP, debe destruir el sistema. El capitalismo debe ser reemplazado por su opuesto: una dictadura de la clase obrera. Construiremos el comunismo, un sistema que une a la clase trabajadora para construir una vida sostenible para todos nosotros. Luchamos por el comunismo, un sistema libre de racismo, sexismo y otras divisiones capitalistas. Cultivaremos plantas y animales para proporcionar a las personas alimentos saludables y nutritivos para comer, sin fines de lucro. Promoveremos la ciencia y enseñaremos ciencia a todos, para que podamos rehacer colectivamente el mundo que los capitalistas están destruyendo. Únete a nosotros.