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Comunistas negros en la Guerra Civil Española: Eluard Luchelle McDaniels, héroe de la clase obrera

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02 Abril 2022 199 visitas

Eluard Luchelle McDaniels nació en Mississippi en 1912. Escapando un hogar abusivo, se fue de la casa y se dirigió al oeste a California para completar la escuela secundaria allí y después estudiar el arte en el Colegio Estatal de San Francisco. Los contactos sociales que McDaniels pudo desarrollar con los artistas politizados muy pronto lo dirigieron al movimiento laboral y el Partido Comunista donde se ingresó en 1930.

Como trabajadores, ninguno de nosotros estamos predestinados de enfrentarnos a la lucha de clases y sernos líderes en la lucha contra el racismo, el sexismo y el fascismo. Más bien, la vida bajo el capitalismo, nuestra clase se enfrenta con la opresión y explotación y los individuos escogen de unirse a la lucha colectiva contra los patrones. La historia de Eluard McDaniels demuestra de como el compromiso a la clase trabajadora y la línea política comunista positivamente forma nuestras experiencias vitales hacia el camino de igualdad y liberación.

La postura anti-racista de Eluard agudiza la lucha de clases
En 1929, McDaniels viajó a Montgomery, Alabama y a Nueva Orleáns, Luisiana porque había oído de huelgas de conductores de tranvías acerca aumentos salariales, mejores condiciones de trabajo y tiempo de descanso. Se dio cuenta que había una sede blanca y una sede negra, reconociendo que ésta era una estrategia errónea y fatal que condenaría la huelga.

Según McDaniels, él se acercó a los huelguistas blancos y les dijo, “Los negros al cruzar la calle y ustedes aquí, y los dos en huelga por el mismo interés… Eso no tiene ningún sentido”. Los trabajadores blancos recibían 25 a 30 por ciento más que los trabajadores negros, haciendo prácticamente el mismo trabajo.

McDaniels pudo utilizar una línea política antirracista para convencer a los huelguistas a que se integraran y para agudizar más las demandas que beneficiaría a todos los trabajadores. Eventualmente, la policía lo corrió de Nueva Orleans. Pero los trabajadores ganaron la huelga. Para acercarse a McDaniels, la policía tuvo que pelear con los trabajadores blancos, McDaniels concluyendo que ésta inflexible defensa fue la única razón de porque la policía no pudo servirlo de escarmiento.

Poco después, mientras el mundo capitalista se hundía más profundamente en la miseria de la Gran Depresión, él regresó al sur para ayudar a organizar el Sindicato de Aparceros de Alabama. También hizo un viaje a Nueva York para traer atención al Partido Comunista de los muchachos Scottsboro (nueve jóvenes negros falsamente acusados por los racistas y condenados a muerte).

Por las mismas fechas, él se involucró en el Proyecto Federal de Escritores de la Administración del Progreso de Obras (WPA), escribiendo historias cortas para la publicación del WPA. Lejos de ver el arte y literatura como cosas abstractas y separadas de la lucha de clases, McDaniels comprendió que la cultura como un arma en las manos de la clase obrera no era solamente para reflejar sino también para ayudar a formar la lucha contra el capitalismo.

Ser antifascista es ser internacionalista
Mientras los gobiernos capitalistas alrededor del mundo se decayeron a dictaduras fascistas como una respuesta al crisis del sistema, McDaniels fue convencido que el anti-fascismo y antirracismo eran lo mismo. “Yo vi que los invasores de España eran la misma gente que he estado luchando toda mi vida”. El historiador Peter Carroll cita a McDaniels diciendo “Yo he visto linchamiento y hambre, y yo conozco los enemigos de mi gente”.

En España, McDaniels fue asignado a una unidad de transporte como camionero. En los principios de 1938, fue transferido como soldado de infantería al batallón Canadiense MacKenzie-Papineau y entonces al Batallón Lincoln-Washington (EEUU). Llegando a adquirir el rango de sargento, él dirigió tropas blancas hacia la batalla, mientras los militares capitalistas mundial todavía funcionaban usando unidades segregadas.

Durante la Ofensiva Ebro, las tropas lealistas Españoles, asombradas por su habilidad en lanzando granadas, le dieron el apodo “El Fantástico”. Herido el su pierna izquierda, él pasó el resto de su tiempo en hospitales en España.

Un compromiso de por vida a la revolución
Al regresar a los Estados Unidos, McDaniels se dirigió a su nativo Mississippi, donde él tuvo discursos con públicos integrados. “Les dije que tenemos que manteneros unidos y construir la fraternidad humana y todos aplaudieron. Eso me hizo feliz”, comentando después.

McDaniels siguió de enfrentar y luchar contra la discriminación racial. En 1941, el dirigió una protesta en un mostrador de un restaurante en Durban, África del Sur. Después de su regreso de servicio activo en la segunda guerra mundial, él habló en nombre de la Unión Nacional Marítimo de Cocineros y Camareros en la Convención Nacional de los Sindicatos Marítimos en mayo 1946, denunciando las actividades anti-sindical de la Administración de Transporte de Guerra y de guardacostas.

Durante los 1960’s, McDaniels dirigió manifestantes al ayuntamiento de Sacramento, California para protestar las aceras de lodo en todas las secciones negras de la ciudad. Como muchos otros veteranos negros, él no estuvo de acuerdo acerca el no- violencia de muchos del liderato de los derechos civiles. ¡Porque el capitalismo es un sistema que es intrínsecamente violenta hacia la clase trabajadora, nosotros tenemos todo el derecho y misión de usar la violencia revolucionaria para defendernos y tomar el poder estatal patronal!

McDaniels siguió comprometido a la lucha por el resto de su vida, trabajando en la industria hasta su jubilación. El murió en San Francisco el 6 de diciembre, 1985, dejando su sello excepcional en la larga lucha por la liberación de la clase trabajadora internacional.