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ROJOS VS. DESALOJO-PARTE 6: Brown Squire, un comunista ‘rojo sólido’

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05 Enero 2023 146 visitas

Lo que sigue es la sexta parte de una serie de siete de una reimpresión ligeramente editada del periódico comunista Daly Worker de septiembre-octubre de 1932, escrito por el famoso comunista Mike Gold. La serie se titulaba “Negros Rojos de Chicago”.

A los trabajadores se les refiere como “Black” no como en el artículo original; “Negro” para reflejar nuestros principios antirracistas, así como los cambios lingüísticos durante la lucha de clases antirracista. [en español solo se utiliza la palabra “Negro”]

Los comunistas tienen un largo historial de lucha contra los ataques racistas a nuestra clase. Una de esas luchas fue contra los caseros y desalojos. A principios de 1930, durante la segregación Jim Crow, y una Gran Depresión con niveles récord en desempleo hundiendo a la clase trabajadora, en particular a trabajadores negros que vivían en el centro urbano industrial – aún más en la pobreza y desesperación, el Partido Comunista en EE.UU. (CPUSA) luchaba por una revolución dentro de sus fronteras. Este periodo fue la era dorada de la lucha con conciencia de clase, cuando las ideas comunistas eran populares y captaban el imaginario de la clase trabajadora. Bajo el liderato del CPUSA, los trabajadores organizaban militantes consejos de vivienda, sindicatos de renteros, los que llevaron a acciones que debilitaron el poder de los caseros glotones de lucro.

Hoy, nuestra clase está en un periodo diferente, marcado de una increíble volatilidad. Somos estrangulados por inflación nunca antes vista, aumento de rentas, los altos precios de los alimentos junto a los salarios estancados, un alto desempleo y la crisis de desalojos empeorada por una pandemia global que continúa devastando. A pesar que el CPUSA es solo la sombra de lo que fue, convirtiéndose en un partido reformista sin garra, su historia nos provee lecciones valiosas hoy.

Estas series enfatizan su lucha revolucionaria antirracista y nos ofrece un poco de sabiduría de la clase trabajadora.

Otro ex soldado y comunista del lado sur de la ciudad es el notable Brown Squire. Nunca olvidare la tarde que pase en su casa.

Era un poco difícil para los blancos visitar el sur de la ciudad. La policía siempre recorría las calles en sus autos. Se llevaban a todos los blancos que no parecieran caseros, o cobradores, o cualquier explotador. Una visita a la estación de policía, unas horas de preguntas, palos, puños, etc. Ha ocurrido a menudo.

Uno de estos autos policiales lleno de brutos fornidos volteo la esquina justo cuando llegamos a la casa de Brown Squire.

Varonil y atractivo, uno de esos calmados gigantes sonrientes, así era el camarada Squire. Vestía camisa caqui, y cargaba a uno de sus siete hijos en su poderoso brazo. Detrás de él, sobre un viejo aparador una estatua de Lenin. En el librero se veían periódicos Daily Worker, panfletos y libros.

Todo en un típico barrio bajo de Chicago, en una casa vieja con un patio trasero lleno de la basura mas asombrosa. Señales de la nueva era: Lenin en la acerera, Lenin en corrales, Lenin flotando sobre los niños de los trabajadores jugando en un basurero de Chicago.

Brown Squire lucho en Francia dos años y ocho meses. Era un buen soldado, líder de nacimiento y subió las filas para regresar como teniente segundo.

“Si, fui un buen instrumento para los capitalistas”, decía sonriendo, “un soldado de primera clase. Todavía me puedes vendar los ojos, tirar todas las partes de la metralleta en el suelo, y aun puedo armarla al tacto”.

El teniente Squire regreso de la guerra en 1919, creyendo que se había ganado su libertad. Un mes después, los disturbios raciales comenzaron.

“Ahora soy comunista”
“Ahora que soy comunista los puede entender. Ellos fueron parte de la estrategia capitalista, tratando de separar a los soldados blancos de los negros y de los trabajadores. Pero, entonces estaba amargado. Luche en los disturbios; algunos de nosotros capturamos armas de los linchadores y atrincheramos las calles. Ningún linchador podía entrar; muchos trataron, pero no lo lograron”.

Después compartió, con casi toda su raza en EE.UU., los años del espejismo Garvey. Cuando salió de ello, no sabia que hacer. Un día vio una marcha con pancartas contra los linchamientos. Aun estaba amargado, ni podía creer que blancos lucharán por esa causa. Así que comenzó a estudiarla. “Para ver si los comunistas en verdad lo creían”. Después de dos años decidió que sí, y se unió al partido.

“En ese entonces fui uno de los primeros [trabajadores negros] en el partido. Estábamos aislados, la
policía nos señalaba. Recuerdo mi primer arresto. Casi me arrancan una oreja y me apagan mi ojo izquierdo. Con sus botas me pisaron mis pies descalzos y casi me rompen lo huesos. Me quemaron el cuerpo con colillas de cigarros. Si, les gustaría matarme. Querían que les dijera que no iría a mas reuniones comunistas. Pero, no lo dije. Fue muy duro, camaradas. Después de eso estuve en cama una semana, escupiendo sangre”.

“Pero, me convirtió en rojo sólido”
Eso fue el 6 de marzo de 1929. Desde entonces Squire ha ido arrestado por lo menos cien veces, por sus discursos y otras actividades. Es un líder en la lucha contra los desalojos y en la liga Workers’ Ex-Servicemen. El día de nuestra visita era un día típico como todos sus ocupados días. Había regresado de una reunión con veteranos. Necesitaban alimentos y tabaco, y habían estado colectando [nickles y dimes] dinero.

Esta tarde había recolectado firmas para la campana electoral comunista. Ya había recibido firmas de ocho bloques en un sondeo casa a casa. A las 5 de la tarde tenía que dar un discurso en Ellis Park, en una manifestación contra la convención presidencial republicana, en la cual delegados negros fueron discriminados [jim-crowed]. En la noche hablaría en una iglesia negra sobre el comunismo.