Information
Imprimir

¡Fascismo!Defínelo Para Derrotarlo

Information
26 Marzo 2015 32 visitas

La mayoría de la gente trabajadora ha escuchado hablar de Hitler, de la Alemania Nazi, y de los campos de concentración como los de Auschwitz, que se crearon bajo el gobierno fascista en Alemania. Los trabajadores en los EEUU deben haber escuchado sin duda del reino de terror del Ku Klux Klan, y han sido testigos del terror policial desencadenado contra los trabajadores afro-estadounidenses en Ferguson y en muchas otras ciudades del país. El terror del Klan y de la policía, como el de los Nazis, revela el verdadero rostro del capitalismo, sin la máscara de la democracia capitalista. “Fascismo”, una palabra que se usa frecuentemente pero que raramente se define, es un concepto esencial que nos permite entender el dominio capitalista en su forma más racista y violenta.    
Fascismo es el dominio capitalista abierto y descarado, un tipo de control que usa la clase dominante capitalista en tiempos de crisis cuando su falsa democracia ya no sirve sus necesidades. Actualmente el fascismo está aumentando en todo el mundo, y el Partido Laboral Progresista está organizando a la clase trabajadora internacional para derrotarlo con la revolución comunista.
Las guerras imperialistas, el racismo, el machismo y la destrucción global son la rutina de la clase capitalista. Al contrario de lo que dicen los políticos hipócritas, las facciones y poderes capitalistas en competencia deben usar la violencia militar y policial para apoderarse de los recursos y posición del otro y convertirse en el poder imperialista mundial dominante.   
El fascismo es producto de este tipo de crisis que es endémica al dominio capitalista. La clase capitalista de cada país está compuesta de varias facciones, que representan a los capitalistas que se lucran de diferentes grupos de bancos e industrias. En la medida que la rivalidad entre los diferentes imperialistas se agudiza (por ejemplo, la actual lucha desesperada de los patrones de EEUU por mantener el control del petróleo del Medio Oriente), también se agudizan las rivalidades internas entre las facciones capitalistas de cada poder imperialista, y la forma común de la “democracia” capitalista se desmorona (como en la actual parálisis gubernamental entre la gran banca tradicional y petroleros que apoyaron a Obama y los capitalistas emergentes como Koch, etc., que apoyaron al Partido del Té.)
  Una serie de problemas agobiaban a la clase dominante alemana en los años 20 y 30. Después de su derrota en la Primera Guerra Mundial, la economía alemana quedó en ruinas. Millones de trabajadores, incluyendo a los veteranos de guerra que lucharon por Alemania, estaban desempleados o vivían en la desesperación. Mientras se hundía la precaria economía alemana de post guerra escaseaba el trabajo, la inflación acelerada devaluaba la moneda, y las huelgas masivas sacudían al país.    
Lo peor para la clase dominante alemana fue la creación de un estado obrero liderado por comunistas en 1917, la Unión Soviética. Millones de trabajadores alemanes se inspiraron con el ejemplo de la Unión Soviética. Muchos buscaron liderazgo político en el Partido Comunista Alemán, llegando al punto de organizar una revuelta y crear una Republica Soviética de corta vida en Baviera en 1918.    
El partido más numeroso en Alemania en ese tiempo fue el liberal Partido Demócrata-Social (SPD), que se declaró del lado de la clase trabajadora en discursos y en su plataforma electoral para ganarse la lealtad y los votos de la clase trabajadora. Detrás de bastidores, el liderazgo pro capitalista del SPD se reunía regularmente con los representantes de la banca y la industria alemana, tales como el Banco Deutsche, los magnates del acero Thyssen y Krupp, Volkswagen, el monopolio farmacéutico I.G. Farben (Bayer), y otras compañías que todavía existen hoy en día. Esta sección dominante de la clase capitalista alemana tenía la creciente preocupación durante los años 20 que el SPD no sería capaz de controlar a la clase trabajadora y prepararla para otra guerra imperialista.   
Durante todo este tiempo, Adolfo Hitler estuvo muy ocupado organizando veteranos de la Primera Guerra Mundial derechistas y nacionalistas y pequeños comerciantes y empresarios para formar un movimiento llamado el “Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes” o Nazis. El movimiento Nazi no tenía nada que ver con el socialismo, el poder obrero o la Unión Soviética. Muy pocos trabajadores verdaderos se integraron al Partido Nazi antes de 1os años 30. Los Nazis culpaban a los inmigrantes, especialmente a los judíos, y al Partido Comunista por traicionar a Alemania.
En discursos privados Hitler convenció a los grandes patrones del capitalismo alemán que su estrategia de usar a los Demócrata Sociales para controlar a los trabajadores era un fracaso. Las huelgas militantes y los incansables ataques del creciente Partido Comunista contra el Partido Demócrata Social como instrumentos de la clase patronal alemana aumentaron el temor capitalista de que los trabajadores alemanes seguirían el ejemplo de los trabajadores de la Unión Soviética. Hitler declaró que la solución de Alemania era seguir el ejemplo de los fascistas en Italia: deshacerse de los Demócrata Sociales liberales, destruir al Partido Comunista, todos los sindicatos y organizaciones obreras violentamente y aterrorizar y disciplinar a la clase trabajadora en la obediencia.    
No todas las facciones de la clase dominante alemana siguieron las propuestas de Hitler, pero cuando el Canciller liberal apoyado por los Demócrata Sociales nombró legalmente a Hitler como el nuevo Canciller de Alemania en 1933, los Nazis, con el apoyo de los grandes bancos e industrias alemanas, arrestaron a todos los directores de las compañías que se habían negado a cooperar. Lo primero fue disciplinar a la clase patronal alemana.
Después, los Nazis se ocuparon de la clase trabajadora, destruyendo primero su más poderosa organización, el Partido Comunista. Los comunistas fueron los primeros en ir a los campos de concentración y los primeros en las cámaras de gas. Y una vez que el Partido Comunista y sus organizaciones afines estuvieron destrozadas, los Nazis tuvieron la libertad para acorralar a los líderes sindicales, judíos, y otros grupos de inmigrantes, e inclusive a los trabajadores asociados con el Partido Demócrata Social: a todos los usaron como esclavos o, después, los enviaron a los campos de la muerte en Auschwitz, Bergen-Belsen, y Dachau.       
Los Nazis finalmente se lanzaron en una guerra de aniquilación contra el primer estado obrero, la Unión Soviética. Las patronales de EEUU y Europa armaron a los Nazis hasta los dientes y pusieron sus esperanzas en ellos para derrotar a los soviéticos. Sin embargo, fueron los millones de comunistas, mujeres y hombres organizados por la Unión Soviética los que en última instancia derrotaron a los Nazis hasta en el mismo Berlín. La Unión Soviética también lideró la lucha del movimiento de resistencia contra el fascismo en todo el mundo, y durante este tiempo fue un faro de esperanza para todos los trabajadores de cada continente.   
Los comunistas defendieron a la clase trabajadora contra la violencia fascista y el terror racista al mismo tiempo que los líderes capitalistas como Ford negociaban con Hitler por debajo de la mesa para compartir el lucro fascista y las compañías químicas estadounidenses le vendían gas venenoso sin marcadores de seguridad a Alemania para que lo usaran en las cámaras de gas. A pesar de que el viejo movimiento comunista tuvo muchos fallos, incluyendo su lucha por el socialismo en el que se mantuvieron los salarios y las desigualdades, lo que permitió la eventual restauración capitalista en todos los países socialistas, estos fallos no desmerecen los grandes sacrificios de millones de comunistas en su lucha para derrotar el terror fascista.  
El fascismo no es un fenómeno único de Alemania, o cualquier otro país. Es producto del capitalismo. Muchos países capitalistas como los EEUU, la Unión Europea, Sud África y otros, son democracias capitalistas, donde a los trabajadores se les permite ciertas libertades. TODOS los trabajadores viven bajo la dictadura de la clase capitalista. El fascismo no es diferente del capitalismo, es una táctica que la clase capitalista usa para mantenerse en el poder y mantener su dictadura de clase sobre la clase trabajadora.
El comunismo es lo opuesto del fascismo. El comunismo es la dictadura de la clase trabajadora. Después que la clase trabajadora haya derrocado a la clase capitalista y abolido los salarios y el dinero, los trabajadores administrarán la sociedad y la protegerán con la fuerza para prevenir que los capitalistas tomen otra vez el poder. El Partido Laboral Progresista lucha por este objetivo.