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Vacunar contra el contagio del capitalismo con lucha comunista

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31 Diciembre 2020 61 visitas

El 20 de diciembre, en Indiana, la doctora Susan Moore, una mujer negra, murió por racismo; después que la dieran de alta en el hospital rehusando tratar sus síntomas de covid-19 y dolor agudo. Mientras tanto en Sudáfrica, una fabrica esta produciendo millones de dosis de la vacuna para EE.UU. y otros países ricos en Europa, pero nada para la gente negra pobre que trabaja y vive ahí – y quienes han sido golpeados por la pandemia mas fuertemente que cualquier otro país o continente. Este sistema capitalista de lucro, cuyo grupo sanguíneo es el racismo y la explotación, esta infectando y enfermando todo lo que toca. El Partido Laboral Progresista hace un llamado a los trabajadores para que vacunen a la clase trabajadora contra el contagio del capitalismo con la única medicina que realmente funciona: La revolución comunista (ver recuadro). ¡Construyamos la lucha para crear un sistema colectivo que llene nuestras necesidades! ¡Únete al Partido Laboral Progresista!
La salud bajo el capitalismo: pagas o mueres
Las grandes compañías farmacéuticas como Pfizer no suspenderán los “derechos de propiedad intelectual” debido a su necesidad de maximizar sus ganancias. Si los países mas ricos continúan acaparando la vacuna, “la mayoría de la gente en los países pobres tendrán que esperar hasta el 2024 por las vacunas del covid-19, a esto se le llama “vacunacionalismo”” (Duke Global Health Intitute, 9/11/20). Después de siglos de saqueos a los trabajadores en África, Asia y Sudamérica, los países imperialistas han dejado vacíos los estantes. “Mas de 51% de las dosis irán a los países mas ricos, a pesar que estos países solo representan el 14% de la población mundial (Forbes,15/12/20).
Poderes como EE.UU. rayando en la locura, han puesto la vacuna en una mierda de escepticismo anti científico, una alocada competencia monetaria e individualismo. La alergia de los patrones a la ciencia refleja aun mas la decadencia del capitalismo. El capital financiero, el ala dominante de la clase gobernante estadounidense, usa las vacunas para tratar de comprar la confianza de los trabajadores en sus instituciones decadentes – lo cual es necesario mientras se preparan para una guerra mundial contra China y quizás Rusia.
Apartheid medico, a escala global
La clase trabajadora internacional, con justa razón, no confía en la ciencia medica. Existe un largo historial racista; trabajadores negros, latinos y asiáticos forzados o coaccionados con peligrosos tratamientos. También los trabajadores blancos terminan perdiendo, porque el racismo debilita la salud de toda la clase trabajadora:
Jamaica, 1760s: En Jamaica, John Quier, doctor británico experimento con inoculaciones con viruela (precursor a las vacunas) a 850 personas esclavizadas, incluyendo a mujeres embarazadas e infantes enfermos.
Alabama, EE.UU., 1830s: El esclavista J. Marion Sims, “padre de la ginecología”, opero en mujeres esclavizadas sin anestesia. Compartía la creencia racista que la gente negra no sentía dolor como los blancos, un mito que sigue infectando a doctores hoy en día (The Washington Post, 11/7/20) – como lo atestiguo Susan Moore antes de que la mataran.
Namibia, 1900s: En línea con su prohibición a los “matrimonios mixtos”, Eugen Fischer, esterilizo a los descendientes de padres europeos y madres negras. Poco después se afilio al partido nazi alemán y continuo con sus atrocidades medicas en los campos de muerte fascistas.
Alabama, U.S.,1930-1970s: Durante el experimento Tuskegee donde 600 hombres negros no fueron tratados por sífilis y se les abandono a su suerte para que se enfermaran y murieran, aun después que se había descubierto la cura.
Puerto Rico y Massachusetts, 1950s: Durante un periodo de legislación eugenista y esterilización forzada, dos profesores de Harvard probaron la píldora anticonceptiva en los barrios pobres de Puerto Rico y en asilos en Massachusetts. Los úteros de las mujeres fueron cortados para “comprender los efectos de la droga sobre la ovulación” (The Crimson, 28/9/17).
Costa de Marfil y Tailandia, 1990s: No se dio tratamiento a hombres, mujeres y neonatos para el VIH
India, 2005-2017: Casi 5000 trabajadores de “casta baja” murieron durante investigaciones y pruebas de medicamentos (The National, 17/9/18    ).
El covid-19 nuevamente ha mostrado el racismo medico. No es accidente que sean muchas mas muertes entre trabajadores negros, latinos, asiáticos, indígenas, indocumentados, presos y pobres. Ellos son los mas vulnerables en cuanto a exposición e infección por las desigualdades racistas en la salud, empleos, vivienda, y calidad alimenticia. Por el capitalismo, ellos son quienes padecen de condiciones subyacentes como la diabetes y enfermedades de corazón.
El caos dentro de la clase dominante genera escepticismo
Bajo la administración del racista Donald Trump, los anti-ciencia tomaron control de casi todos los estratos de la política estadounidense, desde el ambiente hasta la salud publica. Pero el ala principal financiara capitalista también es responsables de la falta de confianza, por parte de los trabajadores, a las nuevas vacunas. Al principio, Anthony Fauci, principal asesor medico, cuestiono el uso de las mascarillas – mintiendo para que no se descubriera la falta de equipo protector– antes de hacer un llamado masivo a usarla. Antes de endorsar la vacuna, el presidente electo Joe Biden, aconsejo contra ella, insinuando que era un intento de apresurarla para beneficiar a Trump (NYT, 16/9/20).
Las ultimas encuestas muestran que mas de un cuarto de la población estadounidense aun dudan en ponerse la vacuna. El escepticismo es mas alto entre republicanos, 42%, seguido de 35% de la gente negra (KFF.org), pero, estos números podrían estar bajando conforme mas gente se vacune. Sobre la información que hemos vista hasta ahora (ver recuadro), al parecer la vacuna es segura y efectiva. Aunque solo sea porque los patrones capitalistas necesitan una clase trabajadora saludable para contener la hemorragia económica de miles de millones de dólares. En resumidas cuentas, es el imperio estadounidense el que esta en juego.
Colectividad sobre individualismo, ciencia sobre subjetividad
La encuesta de la fundación de la familia Kaiser también monitorea la actitud de los trabajadores hacia la colectividad. La mitad de los encuestados creen que vacunarse es “responsabilidad de todos para proteger la salud de otros”. Pero la otra mitad cree que es “una opción personal”. Ese es el virus del individualismo, la mitología de la “libertad” capitalista, que va en contra de los propios intereses de los trabajadores. El colectivo es primero. Nuestras decisiones deben ser basadas en las necesidades de toda la clase trabajadora.
Para los comunistas, sus amigos y camaradas, es necesario educarnos en como la vacuna funciona y porque es importante para el bienestar de nuestra clase. Así como decimos que las huelgas y luchas por reformas son escuelas por el comunismo, debemos luchar por la salud de nuestras hermanas y hermanos de la clase trabajadora a la vez que mostramos el racismo y especulación de los gobernantes.
Mientras vivamos bajo el sistema capitalista, las pandemias son inevitables. Pero la inmunidad de rebano es un paso hacia el comunismo. Los trabajadores deben estar saludables y aptos para luchar contra las atrocidades racistas y sexistas que nos esperan. Debemos luchar por una revolución comunista que pondrá la colectividad de los trabajadores primero.

 

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Explicación de la vacuna Covid-19 MRNA

El Partido Laboral Progresista saluda la creación de las vacunas y anima a los trabajadores a tomar lo que ha sido demostrado ser una inyección segura y eficaz contra el covid-19
Desafortunadamente el sistema medico racista y lucrativo capitalista aumenta nuestros miedos y desconfianza de los científicos. Es mas, las investigaciones sobre la vacuna mRNA comenzaron a principios de 1990. Los científicos probaron las vacunas SARS, MERS, Ebola, Zica, y rabia en animales y personas (Harvard Health Publishing, 10/12/20). La vacuna contra el Covid-19 no es el resultado de experimentos rápidos.
En otras palabras, la vacuna de Pfizer y Moderna, imita una parte de la cubierta del virus del covid-19, llamado la espiga. La espiga es una proteína, una vez que la vacuna esta en nuestro sistema inmunológico crea esta proteína con instrucciones para destruirla, las células presentan un pedazo de la proteína y nuestro sistema inmunológico la reconoce como una proteína que no pertenece y comienza a crear anticuerpos, como ocurre en una infección natural, para destruirla en caso de una infección. La vacuna no contiene el virus. Pfizer y Moderna hicieron pruebas en mas de 30,000 personas, demostrando que son 95% efectivas en la prevención del covid-19. Casi no hubo efectos secundarios serios, solo unos cuantos casos de alergias. Para explicar como funciona la vacuna pueden ir a: https://youtu.be/GrVkOVUj-VA
La mayoría de los sujetos en las investigaciones clínicas fueron en su mayoría hombres blancos; solo 5% son negros (Healthline, 9/8/20). Es mas, grupos de proyección comunitaria han buscado voluntarios negros para hacer el estudio mas inclusivo y representativo de la población. Luchar por investigaciones equitativas es parte de la lucha antirracista.
Ya que el covid-19 tuvo un desproporcionado impacto entre los trabajadores negros y latinos, desde las tasas de muertes al desempleo, ellos deberían tener prioridad para la vacuna. Luchar por la distribución equitativa es también parte de la lucha antirracista.
Juzgando por el largo historial de las vacunas, los efectos negativos a largo plazo son improbables. Reacciones en el lugar de la inyección son comunes. Fatiga y fiebre son mas comunes después de la segunda dosis. La mayoría de los inyectados pueden padecer de brazo adolorido y nada mas.
Ningún medicamento es 100% seguro. Pero con 82 millones de casos de covid-19 y 1.8 millones de muertes confirmadas en el mundo (John Hopkins Coronavirus Resource Center, 30/12/20), los beneficios de la vacuna son mas poderosos que sus riesgos.